lunes, 6 de abril de 2009

A Carmen

Hace poco, por invitación de mi amiga Mary Elizabeth, tuve la maravillosa oportunidad de viajar a Perú y enamorarme de su gente... Son muchos los aspectos que podría señalar, varias las experincias inolvidables... Estoy pendiente con escribir y compartir lo que ha significado para mí esta oportunidad... Hoy publico un breve escrito que nació -precisamente- en una de las noches que estuve en Perú, un par de días después de conocer a una mujer que ahora considero una más de mis amigas. Con quien fuimos al cine a ver LA TETA ASUSTADA y luego a El Peruanito a comer butifarras y cremolada de mandarina, la amante de la lúcuma y la misma que me obsequió EL CANALLA SENTIMENTAL de Jaime Bayly (obra que actualmente leo) durante un almuerzo en que probé el delicioso lomo saltado... Esa amiga aventurera y valiente que espero volver a ver pronto para conversar largamente, escuchar los cajones y hacer parapente... Mary, Mozzy, Tía Aurelia, Rocío, Fiorella, Sixtina, Gustavo, Claudio... Tengo pendiente contar lo que fue conocerlos a ustedes, les pido un par de días... Los taxistas, el mercado de flores, los anticuchos... Perú me ha enamorado los cinco sentidos... Es que son gente tan buena, tan linda como CARMEN, una de las mujeres peruanas que más admiro...


Criatura sin tiempo exacto, eres un presente bien plantado, robusto y decidido a amar con absoluta entrega y odiar hasta la más nefasta consecuencia.
Admirable historia que cantan, en los labios del viento, un coro de ancestros que resguardan tus días del macabro villano que acecha en el cómplice silencio de la distancia.
Risa maravillosa que alegras la experiencia de recorrer tierras lejanas, sembradas de corazones buenos que a la luz de una luciérnaga florecen a la amistad.
Memorable ejemplo de vida ante el reto de los días.
Elegida entre multitudes, entre millares de estrellas, para coronar el amor de una reina celestial de fe y amor infinito por su vientre virginal.
No cambies nunca aquella encantadora persona de sonrisa eterna y carácter firme que devora al enemigo fiero y abraza dulcemente la amistad que no se disipa en el tiempo.