miércoles, 8 de enero de 2014

lunes, 26 de noviembre de 2012

No hay mal...

Empezando la última semana de noviembre 2012 he vuelto a este espacio tan egoísta, pero entregado. Hasta ahora me doy cuenta cuán lejos he estado y en sólo un par de segundos cientos de imágenes pasaron por mi mente.

Hace un año, recibí una llamada preguntando por mis servicios como corrector de estilo y mi interés en colaborar con una revista de moda; el viernes pasado realicé la revisión previa al proceso de impresión de la edición diciembre -fueron doce meses en total- y el comentario por parte de la administración de continuar trabajando juntos durante el próximo año, decisión que estaremos tomando durante los próximos días.

La frase que bautiza, describe e impulsa al año será renovada; después de ya no sé cuántos años, ACTITUD, maravillosa palabra, cederá parcialmente sus responsabilidades a otra palabra: GÉNESIS.

Génesis porque según muchos que por décadas han disfrutado diciendo que soy un tipo negativo, este año se acabará el mundo. Evidentemente, no pertenezco a ese grupo de irreverentes creyentes de profecías y he decretado que si algo se acaba con el año 2012 serán mis malos tiempos, pesares, preocupaciones, dificultades y otras irrelevancias que la gente negativa como yo siempre tiene en mente. Se acaba el año, se acaba todo lo dicho e iniciamos un 2013 de Génesis.

Han sido doce meses en los que he disfrutado con algunos familiares, conocidos y amigos; también he tenido que enfrentar algunos malos ratos que como bien dice el refrán popular: Lo que no mata, engorda. Sigo tan flaco como siempre, pero gordo en actitud positiva, convencido de que apostarme a ganador es la decisión acertada.

Como escritor no he compartido demasiado, pero he completado material en diferentes géneros que procuraré publicar pronto. Eso sumado a la singular experiencia de adaptar uno de mis cuentos para lograr una puesta en escena muy bien lograda por algunos chicos, alumnos del colegio La Salle (Panamá). Importantes son las nuevas ideas que ya aguardan por la oportunidad de convertirse en hechos.

Políticamente, durante mi primer año como militante en un partido político he participado de algunas actividades en las que he podido ver y escuchar sin intermediarios ni efectos especiales situaciones sobre las cuales siento la necesidad de involucrarme. Requerimos que muchos cambios positivos sucedan pronto, pero sería un error andar con prisas. Continuaré avanzando y aprendiendo, aportando en la medida de mis posibilidades. Yo no quiero cambiar el mundo, no quiero que nadie herede un mundo mejor; sencillamente quiero demostrar que tengo la razón y que muchas cosas se pueden hacer mejor, de modo más claro, productivo y ajeno a intereses mezquinos.

Europa volvió a recibirme con los brazos abiertos, tuve la experiencia de pasar una temporada extraordinaria en pleno otoño. Celebré mi cumpleaños fuera de casa, pero sintiendo calor de hogar. Literalmente calor, porque ¡vaya que... que... que... que sentí frío! Estuve de pie ante la tumba de uno de mis más respetados escritores, Oscar Wilde. Hace un par de años mi amigo Nicolás -persona para la que no tengo más que cariño y gratitud- me dijo que algún día me acompañaría en esa visita, no supe si creer o no, ahora es un recuerdo de una realidad inexplicable: Mi primera visita a París, Francia, donde también conocí el sitio en el que reposa el famoso Napoleón, la Catedral de Notre Dame, la Basílica del Sagrado Corazón, la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo -donde escuché a cadetes de la policía francesa cantar La Marsellesa a puro pulmón- y los Campos Eliseos, entre otros rincones interesantes de aquella inmensa ciudad. Luxemburgo, Alemania y Bélgica, también formaron parte del recorrido que inició y concluyó en Holanda -mi hogar en Europa-. Allí aprendí más de su gente y su modo de vida, me sentí mucho más cómodo que la primera vez, aunque sigo sin poder pronunciar una frase completa en su lengua. Caminé por las calles de la ciudad en la que nació y creció Mata Hari, visité la casa en la que se escondió la familia Frank y estuve ante un manuscrito cuyas palabras han llegado a millones de personas alrededor del mundo para combatir injusticias e inspirar fortaleza, respeto, esperanza y anhelos de futuro: El Diario de Ana Frank. Muy cerca de allí, el monumento de triángulos, el Homomonument que recuerda a tantas víctimas de discriminación, abusos y persecusión por su tendencia sexual; allí muchos han leído: "Naar Vriendschap Zulk een Mateloos Verlangen" (Tal deseo infinito de amistad), parte del poema A un joven pescador del poeta judío Jacob Israël de Haan. Allí he de volver y depositar una flor.
Puede que esta sea la única publicación de este año en este blog, pero todavía tengo mucho por decir, ya verán el par de proyectos y sorpresas que tengo para compartir desde el próximo año. Es que aunque quisiera, no puedo, no encuentro la manera de no pensar y mucho menos aprendo cómo no sentir; así soy yo, tómalo o no jodas... Y si decides joder -directa o indirectamente- atente a las consecuencias. No hay mal que por bien no venga, dice la gente.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Ahogo de conciencia

Hace tiempo no le dedico tiempo a este espacio que una noche -hace tiempo- imaginé para decir lo que pienso antes, durante o después de escribir y al final se ha convertido en otro anaquel de palabras; historias y versos libres que cuelgo de rato en rato, a veces por placer y también por costumbre; por amor, ese sentimiento que si pudiera escoger preferiría no sentir.


He amado personas, animales y cosas -Sustantivos-... Amado a Dios hasta aburrirme de las religiones... Placeres que se convirtieron en vicios... Lugares que se transformaron y aunque en principio lo sentí traición terminé por comprender que era lo indicado... Amé tanto a mi país que terminé por perder la esperanza y estuve a punto de dejar de amar lo más importante: lo que soy.


Me enamoré sin darme cuenta, pero presentía que me iba a enamorar. Absurdo presentimiento si todos sabemos que el amor es predecible. Estoy enamorado de una persona que está tan lejos que solamente podemos abrazarnos viajando en el tiempo... Tiempo, aliado o enemigo abstracto de lo que escribo porque escribir es lo más que tengo para continuar vivo. Vivir lo denominado vida que no es otra cosa que una búsqueda de respuestas en la que tropezamos con tanta gente en su propia búsqueda y construcción de sí mismos. El caos perfecto.
No me digas: Escribe... Lo dije hace no mucho aunque en otra lengua. Escribir es tan espontáneo como respirar, pero se valora más una bocanada después de casi morir por asfixia.

viernes, 1 de julio de 2011

Los padres de la Generación del Cambio

Con todo lo expresado en el tiempo transcurrido desde el periodo de campaña electoral hasta hoy -2 años de gestión- no es preciso decir que desapruebo el modo inconsulto, déspota y -de ñapa- chabacano de Ricardo Martinelli y su equipo de gobierno.

Hace un año oré a Dios y pedí a San Simeón Salus (Santo Patrón de los locos) que iluminara a nuestros gobernantes para que lograran comprender que no son dueños de la nación y sus habitantes sino servidores públicos en quienes se confió la tarea de administrar los recursos del estado. Se llama libre albedrío, esa libertad de pensar, ser y hacer que otorga Dios al hombre, pero con toda libertad y derecho vienen las responsabilidades y deberes.

Cuando empezó este teatro gubernamental muchos ilusos opinaron que era el inicio del cambio social que Panamá requiere y los que advertimos el inicio de malos tiempos fuimos condenados por agoreros. Fueron días en los que empezaron a pagarse favores y unos cuantos de los que respaldaron la locura del dueño de la cadena de supermercados recibieron la politiquera oportunidad de trabajar como empleados públicos en distintos niveles de jerarquía en instituciones estatales. A dos años de ese inicio me satisface que algunas personas de aquel equipo inicial dijeran: Hasta aquí. Me hace creer que no todos son de la misma ralea y afortunadamente todavía quedan personas dispuestas a trabajar por hacer las cosas bien en nuestro país.

De aquello conversaba hace poco con uno de esos jóvenes que forman parte de los servidores públicos en alguna posición de mando dentro de una institución estatal y de él recibí los argumentos más importantes para escribir esta nota:

“Esos que se retiraron fueron tontos porque ahora otro vivo hará lo mismo que ellos no quisieron hacer… seguirán robando y hasta más… O quizás sí fueron buenos y le dieron oportunidad a los que no tenemos… Yo sí le robo al estado, pero no dinero: Le robo en tiempo… Yo sólo espero que el loco me siga pagando un buen salario por lo que queda de este periodo y ya después veremos… Varela tenía que aliarse, de todos modos iba a perder, ahora ya viene su chance… Tú eres PRD ¿verdad?”

Veamos, creo que los pensamientos en aquella persona deben ser algo así: Tener principios y estar dispuestos a abandonar una posición de poder por mantenerlos es ser tonto... Hacer lo que sea por poder es jugar vivo y yo soy bien vivo… robar es parte del juego… Vale más en el porcentaje de las encuestas un corrupto dispuesto que un honesto insatisfecho… Recibir dinero por un tiempo que no trabajas está bien, después de todo bastante tiempo y trabajo dediqué a la campaña de quien me puso en este cargo ¿no?... Yo no sé mañana, pero ahora me parece bien que Ricardo Martinelli -porque Panamá es parte de empresas RICAMAR- mantenga mi salario para cubrir los costos del carro, los paseos y las fiestas que como joven parrandero se me antojan a cada rato… Yo no sé de partidos políticos ni ideologías, mucho menos de identidad social, pero estoy clarito que si tienes esos principios raros y no apoyas lo que se está haciendo aquí tú tienes que ser PRD porque la gente común y corriente no piensa mal ni critica a Ricardo Martinelli.

Mi abuela está contenta con sus 100 a los 70 y se niega a ayudar a mi abuelo, cuya jubilación -tras una vida sudando- no estira para más… Ya demolieron la antigua embajada de los Estados Unido; cosa que me importa poco, el uso que se pretende dar al terreno es lo que rechazo... La UNESCO pide argumentos serios y pruebas confiables de lo que pretenden hacer con otro de sus proyectos ego-inflacionarios… Representantes en el extranjero abochornan al país... El aumento en el salario de los policías me parece directamente proporcional con el aumento en la violencia y abusos que estos cometen… Las unidades del Metrobús circulan por las caóticas avenidas de la ciudad capital, cada vez más deshumanizadas... El pasaje en el interior del país se hecho más costoso... Los alimentos y servicios básicos parecen un lujo necesario…

Ante todo lo que percibo sucediendo al mismo tiempo en Panamá cometo el error de poner las noticias y lo único que encuentro es el análisis de la continuidad o no de la cacareada alianza de gobierno y la disputa por la Presidencia de la Asamblea Nacional de Diputados. Los Padres de la Patria se les ha llamado alguna vez, qué grande les queda eso. Los que deberían importarnos son los padres de la verdadera generación del cambio, ese segmento productivo de la población panameña que se esfuerza por sobrellevar la situación actual y ofrecer a sus hijos mejores condiciones de desarrollo y prosperidad.

Los resultados del cambio no los veremos quienes ahora escribimos o leemos las líneas recientes de la historia, pero si de una buena vez no nos enfrascamos con un cambio de actitud no habrá mucha historia que contar de un rincón del mundo llamado Panamá.

viernes, 18 de marzo de 2011

SIE7EPOROCHO

Mis palabras -en representación del grupo de escritores- la noche del jueves 17 de marzo de 2011 durante la presentación de nuestro libro colectivo:

SIE7POROCHO

“Un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.” Mario Vargas Llosa

¿SIETEPOROCHO?
¡56! Es un asunto científico -matemático- poco tiene que ver con la literatura y mucho menos con los cuentos, ese fecundo género literario que es cultivado, cosechado y apreciado entre los panameños desde el siglo XIX.

Cuando recibí la invitación de Enrique Jaramillo Levi para participar de un Taller Avanzado de Cuento que dictaría -promovido por el grupo editorial 9 Signos- me sentí honrado, no dudé un instante en aceptar, estoy seguro que con mis compañeros sucedió prácticamente igual. Así, en julio de 2010 empezó esta fértil aventura. Algunos ya compartían lazos de amistad, otros a penas nos presentábamos, pero al final resultó un grupo jovial, con intereses en común que más tarde -en octubre- recibe nuevos integrantes que sin dificultades se integran a la dinámica de trabajo.

Si me preguntan qué es lo que más recuerdo de los talleres responderé que la hora del almuerzo, no por el menú puesto sobre la mesa sino por las conversaciones que en ese tiempo creaban la más grata camaradería. Sí, hablamos de platillos e ingredientes, pero política, educación, arte, relaciones internacionales, historia, turismo y hasta publicidad fueron los más selectos manjares. Esos elementos que conforman nuestra experiencia cultural y excitan la curiosidad intelectual de todo ser humano.

Si hablamos de las sesiones, decir que en ellas primó la diversidad, tanto en las tareas por realizar como en sus resultados. Cada quien presentó al grupo su visión, sus personajes en sus propias circunstancias. Las críticas y cuestionamientos enriquecían el proceso.

Una cualidad de los artistas es observar hasta la fascinación, saber concentrarse en los detalles para luego reflejar en su obra nuevas realidades. Soy de los que opina que al artista no le va bien ser humilde -debe ser el primer y máximo admirador de su creación-. Creo que un verdadero escritor es un ser egoísta mientras trabaja, pero muy humano, de enorme sensibilidad que se pierde en los rincones de su memoria que ya no es suya sino de sus personajes y aprende a encontrarse. En cada texto el escritor es como un dios que crea. Dimos vida a objetos inanimados, voz a plantas y animales, silencioso instinto al humano. Revivimos la historia y a veces -como quien hace una travesura- creamos cuentos de escritores que escribían nuestros cuentos. Disfrutamos, sin duda.

Escribir es un modo de pensar públicamente, por eso para ser escritor hay que ser libre, solamente así se puede extender la percepción más allá de la prudencia sin temer los efectos de las palabras porque todo arte es tan subjetivo como el individuo. Escribir es un arte, por eso procuramos ser cuidadosos con cada palabra, nos dejamos estimular por el reto que representan el papel o al monitor en blanco. Era y siempre será un asunto de disciplina, un trabajo que requiere pasión creativa y la necesidad de mostrarse al mundo. De esa inquietud nace en nosotros el deseo de presentar un libro colectivo, práctica que se ha estado popularizando en nuestro país sin abandonar por ello el natural deseo de todo escritor: presentar trabajos individuales. Cuando Evelia, la narradora chispeante que prefiere los finales felices; Minerva, con sus singulares referencias y detalles históricos, Fernando -mi tocayo- quien confiesa leer poco, pero sabe contar de miedos y fantasmas; Rosalba, quizás la de más talento en la técnica o técnica en el talento; Marisín, atrevida a explorar posibilidades con personajes complejos; Rolando, cauteloso y contestatario; también Sonia, puntual, sensible y preocupada me designaron -al Fernando sarcástico e irreverente que disfruta hablar en público- para dirigirme a ustedes en representación del grupo esta noche me sentí comprometido con encontrar las palabras para manifestar tantas experiencias y gratificaciones. Es que no somos los únicos protagonistas de esta aventura. La confianza del grupo editorial, la asesoría de Jaramillo Levi, el respaldo de familiares, compañeros y amigos -lectores de primera mano- son algunas razones para estar aquí reunidos, en el más apreciado refugio de la literatura nacional, presentando: SIE7EPOROCHO. No es matemática, es arte; un colectivo de cuentos panameños. Gracias por acompañarnos en este tramo del sendero por los bosques de la palabra en Panamá. Citando el poema de Miró: “En donde son los árboles, antiguos conocidos que al paso nos conversan de un tiempo que pasó.”