domingo, 27 de septiembre de 2009

Casting

Se busca hembra para un cuento.

sábado, 26 de septiembre de 2009

El Hombre Perfecto

Acércate, róbame un beso, satisface tu deseo y marcha a la conquista del mundo. Yo no quiero más que ser un alto en el camino.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Mujer de Fuego

Guardará silencio el tiempo
y la voz ancestral del hombre
se fundirá al magma de la roca.
Sobrarán las palabras
y la fuerza del volcán
cuando tu boca
pronuncie mi nombre.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Vástago de la Muerte

Copulé con la muerte
una noche clara,
noche santa.

La hice mía
y me fundí a sus huesos,
fuimos uno.

Agónico orgasmo
secreción de vida
esperma inmortal.

Inundado de mí
su vientre florece:
Temida y erótica,
sensual calavera,
inocente preñez.

Sobre nubes blancas,
entre caderas dilatadas,
alumbramiento de almas.

sábado, 5 de septiembre de 2009

SOLITARIO (Entrega Final)

7

En Otras Fronteras

Erica regresó a su país con sus dos hijos y cinco maletas, con un millón de ideales importados desde la conciencia de su amigo. Los tres se instalaron en la casa de la abuela Rita y empezaron a ordenar una nueva vida. Los niños ingresaron en el mismo colegio internado en el que sus padres, tíos y primos habían estudiado. Ella se integró pronto a los movimientos que buscaban los medios para devolver la estabilidad, la paz y la democracia a su país. Participaba de marchas multitudinarias que generalmente terminaban en enfrentamientos con la policía; algunos civiles heridos, raras veces muertos, pero siempre con muchos detenidos. En poco tiempo su ímpetu y carisma la hicieron liderar protestas en plazas públicas e importantes reuniones. Según el gobierno se convirtió en una agitadora. Tres veces en sólo un mes fue arrestada, conseguía la libertad gracias a la intervención de los representantes de las organizaciones por la libertad y los derechos humanos que no cesaban de llegar al país para presionar al presidente para que disipara la dictadura con la que había envenenado a toda la nación.

Una noche, cuando volvía a casa después de una concentración para protestar, el taxi en el que viajaba fue interceptado y ella obligada a bajar para ser amordazada, sus ojos vendados y luego trasladada a una oscura habitación en la que no podía ver ni oír nada. Desde entonces nadie supo de ella, simplemente desapareció como tantos otros, ya no respondió más a las cartas de su solitario amigo. Diariamente le hacían llegar una bandeja con comida y medio litro de agua. Cinco días estuvo así antes de ser llevada a empujones hasta una celda en la que una potente lámpara le iluminaba el rostro mientras voces severas y amenazadoras indagaban por toda clase de información de los grupos opositores al gobierno. Valientemente guardó silencio, se dejó torturar hasta que la vida se le salió del cuerpo con un shock eléctrico. Lo último de lo que tuvo conciencia fue una visión del futuro, su mente le regaló ver a sus hijos disfrutando de una patria libre y democrática, felices. Así sucedió, pero mucho tiempo después.
Con la desaparición de Erica el padre de los niños decidió llevarlos a vivir a Europa para garantizarles seguridad. Volvieron treinta años más tarde, cuando finalizó la guerra civil en la que fue a parar todo el lío con el presidente enemigo de la crítica ciudadana. Largo periodo de tiempo en el que todos perdieron. El poder cegó las perspectivas del hombre que olvidó cuidarse de los intereses de sus colaboradores cercanos que ayudaron hasta encontrar la oportunidad de asesinarlo; un magnicidio, para obtener mayor parte de los beneficios y riquezas que formaban parte de los goces para quien administrara el poder. Marcadas disputas internas en el gobierno y un pueblo inconforme fueron los ingredientes exactos para alterar los espíritus de hombres y mujeres que se olvidaron de la hermandad que les otorgaba su cielo para enfrentarse sanguinariamente unos a otros.
Tras la llegada de los hijos de Erica al país, tuvieron que pasar quince años más para que sus restos fueran identificados entre los que fueron hallados durante las excavaciones que se realizaron, como parte de las investigaciones que un nuevo gobierno democrático ordenara, en uno de los edificios señalados como sitio de tortura y asesinato durante los años de dictadura. En el huerto donde trabajaban los reos, pues aquel sitio era una cárcel de máxima seguridad, fue hallada su osamenta junto a otras dos, cada una envuelta con una deteriorada bolsa plástica.

Fue como si con la decisión de despedirse de ella, de toda esperanza de volver a compartir la amistad de los dos, hubiera escarbado la fosa de la que sus restos surgieron para recibir su mérito. El mismo día en que depositó la carta en el correo el hombre vio la noticia de las investigaciones y descubrimientos; vía satélite le llegó el nombre de su amiga entrando formalmente en la historia como una de las gestoras de la libertad e institución democrática de su país. Un ejemplo de valor para todos los pueblos reprimidos en esa fecha que podría llamarse "el futuro" del momento en que todos los sucesos acontecieron en la escena mundial.

La historia de su amiga lo demostraba, sus palabras en la juventud no cayeron en oídos sordos o en una tierra estéril. Ella se fue a vivir en pos de su ideal, un sentimiento alimentado por la intensidad que él mismo derrochaba con su plática y apasionantes memorias, en la expresión de su amor por la Patria. Erica, su amiga ya no estaba, pero su recuerdo y su ejemplo seguirían vivos en él; entonces la sintió muy cerca, sintió la seguridad de que nunca volvería a estar solo. Apagó el televisor y se fue a comprar los boletos para el viaje; tenía una amiga aguardando por él, pensó en visitar su sepulcro para llevarle flores y contarle algunas cosas.

FIN

****************************

Nota Del Autor

Una mañana de diciembre en el año 1996; en el Chorrillo, muy cerca del Cementerio Amador y del Cerro Ancón, se demolió el edificio donde funcionó la cárcel "Modelo" -Estructura que fue testigo mudo de bochornosos y reprochables actos de abuso-.

Casi trece años después las cosas no son muy diferentes. La evolución social, el órgano judicial y el sistema penitenciario; nuestra democracia, continúa anémica de justicia y derecho. Ya no existe la "Modelo", mas sus malas prácticas y debilidades parecen continuar vivas en los centros de rehabilitación con los que fue sustituida.

Es un deber de todos el cumplimiento de las normas pautadas por la ley y la moral. Ser condenado -justamente- por faltar a estos principios, tiene que convertirse en una nueva oportunidad de positiva participación social y no en una experiencia de maldad y rencores.

Velar porque la historia no se repita y que en lo futuro las imágenes que guíen la creación de una obra como Solitario sólo sean producto de la fantasía o de un pasado irrepetible, pero eso sí, que jamás se olvida, es una responsabilidad ciudadana: de ayer, de hoy y por siempre.

Fernando López Peralta

viernes, 4 de septiembre de 2009

SOLITARIO (Séptima Entrega)

6
Carga Ligera

Sin darse cuenta había llegado la noche y la conversación continuaba amenamente entre comentarios, reflexiones y sonrisas. Aquel día almorzaron, cenaron y prepararon juntos otros bocadillos para darle más sabor a la narración. Compartían sin imaginar el rumbo y velocidad que tomarían sus vidas al amanecer. Erica despidió a su amigo casi a la media noche; lo vio subir al taxi y moviendo sus manos se dijeron adiós. Ella cerró bien sus puertas y ventanas antes de irse a la cama, donde permanecería en vela hasta la salida del sol. Toda la madrugada estuvo pensándolo; lo que su amigo le había dicho de la Patria era cierto, es un sentimiento de dolor cuando estás lejos.
-Mucho más grande el dolor si sabes que allá las cosas no andan bien. Se dijo a sí misma.
Ese nuevo día salió a caminar sin rumbo fijo, cuando volvió a casa los hijos ya habían vuelto del colegio y la esperaban para almorzar. Sentados los tres a la mesa Erica anunció su deseo; los chicos no supieron ni quisieron contradecirla, también ellos extrañaban al resto de su familia y a los amigos, confiaban ciegamente en su madre. Antes de dormir rezaron pidiendo seguridad y fortaleza para enfrentar lo que sería volver a su país en medio de la más severa crisis y bendiciones para los amigos que dejarían en Panamá.

Cuatro días después de la larga reunión él regresó a casa de Erica. Tocó la puerta, llamó por su nombre a todos, pero no hubo respuestas. Notó que las ventanas estaban completamente cerradas y sin cortinas; todo eso le empezó a parecer extraño, aunque no terminaba de dar con lo sucedido. Cuando se retiraba se le acercó una de las vecinas para entregarle un sobre y contarle con tono de interesante, como de quien lo sabe todo, cómo fue que Erica una tarde antes había empacado y se había despedido de todos ellos al tiempo que le pedía, por favor, entregarle a él cuando apareciera por ahí el sobre. La mañana de ese día en que él llegó buscándola, zarpó la embarcación que los separó para siempre. Regresó clandestinamente a su pueblo; ayudada por un capitán amable y una tripulación maliciosa, para la cual iba armada de fe en Dios, amor por sus hijos y la familia que los esperaba y un afilado puñal.

La carta de Erica explicaba lo que sintió al escucharlo hablar con tanta pasión de su historia, de los recuerdos tan vivos que tenía de su país, de su protagonismo en una historia viva. Ella quería sentir lo mismo, su lugar no estaba en Panamá, por muy a gusto que se sintiera entre su gente; quería formar parte de las protestas que reclamaban cambios en el gobierno de su país. Anhelaba enseñar a sus hijos con el ejemplo lo que en realidad significa Patria, lo que es amarla de verdad. Le dejaba la dirección a la que podría escribirle, con la única condición que en sus cartas no intentara convencerla de regresar, de volver a salir de su país. Un curioso prendedor con la figura de su bandera tricolor, iluminada por pequeñas luces parpadeantes le dejó como recuerdo.

A partir de esa tarde inició rutinas con las que pretendía llenar su vacío y ocupar el tiempo. Se fue a casa y mientras se desmoronaba, gota a gota, el cielo, leyó un libro de poesía que pensaba compartir con ella. Sin darse cuenta, la literatura, gran pasión, se había integrado a su hermosa amistad. Escribía con frecuencia a Erica para contarle, de la manera más amena en que podía, lo que sucedía en Panamá; lo que estaba haciendo él y uno que otro comentario que le llegaba desde el barrio donde Erica estuvo viviendo; días después recibía respuesta. Así fueron pasando los meses hasta que un día envió una carta a la que ella jamás contestó. Se perdió todo contacto. Él se sintió preocupado, pero no podía hacer nada; solamente tenía una dirección en la que supuestamente no existía nadie. Las cartas volvían a él sin éxito. Sobres cerrados con su rebelde caligrafía.

"...desde que te fuiste me quedé sin oídos dispuestos a escuchar mis largas y a veces tontas indecisiones, mis motivos para creer en utopías. Siempre he querido ser menos complicado; un tipo más sencillo, en todo y con todo, pero tanto pienso en el asunto que mis propias ideas terminan complicándolo aún más. Algunas cosas no cambian... A un año más de tu partida, aquel triste día en mi vida, me gustaría tenerte cerca, compartir contigo los logros que finalmente cosecho. Valió la pena tanto esfuerzo, cada uno de los mortificantes años de espera. Mi esperanza sigue siendo que la fortuna y la dicha te guarden, es lo único que me queda por pedir en mis rezos desde que dejé de recibir tus respuestas..."

El gran afecto que sentía por Erica lo impulsaba a escribir aquellas cartas, siempre con la esperanza puesta en que ella estuviera bien y volviera a contestar, pero el tiempo seguía pasando sin recibir noticias.
"...los años siguen pasando. Yo no soy ni la sombra del tipo que fui. Sí, es verdad que me hice escritor y con eso he logrado darme fama y buena vida, sin embargo la soledad se ha encargado de llenarlo todo. Como me pesa ese vacío. Conquisté cuanto alcancé a imaginar, excepto un corazón. Nada ha limitado mis éxitos ni mis ganas de continuar, pero ya me convencí de haber perdido la oportunidad que tanto desee; la de tener una pareja de verdad, una mujer con quien compartirlo todo: mis sueños, mis penas, mis glorias. Una persona a la que pueda dedicarle el resto de mi vida y con quien pueda compartirlo todo: sus sueños, sus penas, sus glorias. No imaginas cuanto te extraño amiga... Hoy mi vida es más lenta, los años me pesan más que nunca. He olvidado cuánto tiempo ha pasado desde la tarde en que supe de tu partida, cuando volviste a tu tierra cargada de ideales que yo mismo te ayudé a sembrar. De haber sabido que esto sucedería jamás habría leído ese maldito libro que me despertó la memoria patriótica que se hizo la génesis de nuestra última reunión, de ese diálogo en el que recordé tantos sucesos pasados, aquellos oscuros recuerdos de mi Patria que ahora quisiera borrar de mi mente para ignorar que algo así podría ocurrirte…"

Lo que decía en sus cartas cada vez se iba haciendo más triste, como si poco a poco moría en él la esperanza. Con su rostro ya marcado por las arrugas, los ojos hundidos y la sonrisa olvidada en alguno de los rincones que en su interior creó la soledad; sentado a su vieja mesa de trabajo escribió su despedida para Erica. Presintió que la esperanza de volverla a ver no tenía sentido. Antes de doblar la hoja de papel que luego guardó en un sobre blanco, en el que estaba escrita la misma dirección de tantas veces, la besó justo en la primera línea, allí donde decía...

***

Querida amiga: casi es media noche, la misma hora en que te vi la última vez; no quiero dormir hasta concluir esta carta para ti, mi despedida. Un último anexo al diario que he ido poniendo en el correo desde tu partida y que más tarde regresa sin que te enteres de nada. No quiero olvidarte y tampoco quiero que me olvides, por eso todo este tiempo te he contado lo que hago, como cuando estábamos cerca. Un registro de mi vida, la vacía y completa historia de un hombre solo. Tan solitario como esa tarde del torrencial aguacero que me regaló el placer de una coincidencia en un poema, este que ahora transcribo para decirte adiós.

Carga ligera

-Daniel Lara (panameño)-

Se alegrará tu tierra cuando vuelvas
a contemplar sus prados y respirar
el aire entre sus fronteras;
el sol alentará tus esfuerzos
por subir hasta las nubes
y triunfar, estelar criatura.
Gozarás los consejos de una madre,
los celos protectores de un padre
y el calor de mil abrazos fraternos.
Sonará tu voz, amiga,
sobre las alas del viento
que conoce nuestros secretos
para contagiar tu coro
en todo el que vuelva a verte.
Contigo lejos, mi corazón
palpita al ritmo de la congoja,
porque te has ido y no estará conmigo
la bailarina, la cantante alegre y ejemplar.
Te has ido llevando de equipaje
mi carga ligera:
un beso de este pobre, loco amigo,
que disfrutó tus pasos
por el solitario sendero de sus días.

Con el mismo cariño de ayer, tu amigo por siempre...

jueves, 3 de septiembre de 2009

SOLITARIO (Sexta Entrega)

5
El Centenario

Aunque no son muchos ni suficientes, hay documentos que dan testimonio de la prolongada historia geológica, pre-colonial, colonial y singularmente del surgimiento definitivo de nuestra República... la mayoría de los investigadores parecen interesados solamente en los periodos más recientes; pocos van más lejos que de 1500 y demasiados se ocupan de distorsionar lo sucedido entre 1821 y 1903...”

Los apuntes formaban parte de la conclusión que presentara después de un trabajo de investigación para su clase de historia en el último año del bachillerato. En la biblioteca del colegio, repleta con libros y documentos de ciencia, tecnología, ética y algo de literatura universal, halló solamente una lista de autores y obras, algunas breves reseñas desde las que se abordaban el origen del país. La mayoría realizadas por extranjeros. Tuvo que ir hasta la Biblioteca Nacional para estudiar, entre cientos de papeles cubiertos de polvo, casi vencidos por el olvido, el concepto que hasta entonces no significaba nada concreto, era muy amplio y poco sensible. Esos últimos meses educación media fueron los que sembraron en él la voluntad de una conciencia cívica. Asunto para el que primordialmente se requiere conocer desde el origen la tierra donde se nace, crece y aprende a vivir: La Patria.

Cuando sustentó su trabajo final ante el profesor y sus adolescentes compañeros habló con gran seguridad de que Patria no era sino un sentimiento de orgullo; inexplicable cuando se ve la bandera tan diferente a las demás de cualquier rincón del mundo o cuando un deportista o equipo nacional gana un título, impone una marca o gana medallas en competencias. Su Patria era un sentimiento de dolor al conocer las tragedias que se vivían en el campo. Era el sentimiento de impotencia al leer el famoso y desconocido Tratado de Neutralidad. Patria era compromiso y nostalgia cuando andaba por las calles, barrios, plazas y pueblos que sus abuelos mencionaban en sus memorias de guerras y pleitos. Todos sus recuerdos y planes de futuro, triunfo y prosperidad, también eran Patria. Sentirse patriota eran muchas cosas a un mismo tiempo. Entender el ideal de próceres y mártires, del cholo caudillo que venció ejércitos de letrados militares. Quizás el habría sido uno de ellos; herido, muerto fusilado o algo peor, la suerte de tantos que defendieron su ideal. La situación y los tiempos en los que le tocaba vivir eran muy diferentes, los métodos de acción más diversos y tenía la impresión de que los sucesos sucedían más calmadamente, aunque con mucha mayor rapidez. Pequeños grupos revolucionarios erraban con sus métodos de protesta y minaban su propio camino al éxito, no aprendían con el ejemplo de organización y patriotismo que antaño alcanzó tantas glorias. A pesar de todo, los tiempos actuales eran más libres y propicios para evolucionar socialmente. Se comprendió afortunado.
-Erica, podría aburrirte con fechas de incidentes realmente lejanos para que comprendas y no creas, como la mayoría, que nuestro presente es lo que es por obra y gracia de los últimos cien años. Hace poco escuché hablar a unos universitarios, representantes de una agrupación indígena, hablar de sus raíces once mil años atrás.
La conversación se iba prolongando indefinidamente sin perder intensidad o interés de parte y parte. Él procuró mencionar los hechos más destacados, los nombres sobresalientes en cada suceso y época. Ella fue acomodando toda esa información en su mente como muestra de aprecio a su amigo y en homenaje a la tierra que tan buena acogida le había ofrecido.
-Te entiendo. Cualquiera que conozca de historia sabe que Colón llegó a su tierra de Indias; pobre hombre, completamente perdido, pero la suerte le regalo la inmortalidad con su aventura como el descubridor del nuevo mundo; América, tierra firme aquel 12 de octubre de 1492; sabrá también, por escasa lógica, que ya para entonces las tierras de este continente eran ocupadas por sus nativos y verdaderos dueños. Los quinientos años de aquello fueron celebrados en ambos mundos. Creo que de allí en adelante se dio el inicio de la complejidad en la historia que ahora nos toca estudiar y comprender. No es sencillo todo este intercambio cultural, variación de cultos y creencias, mestizaje, catequización, conquista; nuevas tierras, nuevos mares y nuevas rutas de comercio.
-Exacto. No fue el descubrimiento de un nuevo mundo sino el choque de dos grandes y ricas culturas, cada una con mucha historia a cuestas.

Sin duda ella comprendía de lo que hablaban. Conocer la historia de un país en particular no es más que una miga de la historia completa, la gran historia que protagoniza la humanidad. Él fue de los viajes de Colón y el nombre de Portobelo, con todo y su Cristo Negro, hasta los rellenos a la bahía para construir imponentes edificios de acero y vidrio. Pasando, sin dejar escapar detalles, por el proceso de independencia, unión voluntaria a la Gran Colombia -la que Bolívar realmente anheló- y todos los sinsabores que ello trajo a su pueblo en consecuencia; elecciones amañadas, candidatos reelectos que nunca completaron su periodo; asesinatos, celebraciones, convenios y negociaciones internacionales para lograr los acuerdos que los han llevado más cerca de la soberanía. Una y otra vez la mano en la que ondea una bandera de barras y estrellas hace sombra sobre la pequeña nación centroamericana.
-Este país ha sido muy marcado por esa gente. Sintetizó ella inteligentemente.
Desde diciembre de 1989 hasta el día de su plática, cuatro presidentes, entre éstos la primera mujer en ocupar el cargo. Tras la invasión norteamericana, un hombre que con una mezcla de valentía, sensiblería y conocimiento político hizo lo que pudo por sacar adelante al país que conoció el caos y el luto; un personaje jovial y recordado siempre por sus comentarios que generaban polémica con una sonrisa en los labios. Después de él, la prepotencia y la convicción de un hombre que dio mucho que hablar. Admirado por unos, odiado por otros; siempre listo para el debate inteligente. Lleno de medidas para salvaguardar los intereses económicos de la nación. Tuvo oportunidad de estrechar la mano de ambos, de ambos guardaba una buena impresión; realmente admiraba al segundo. Luego fue el turno para la mujer; cinco años de vergüenza e ineficacia, de corrupción y desprestigio a todos los niveles; un aporte poco favorable para las muchas mujeres que sí son capaces de liderar con cordura, ética y sensibilidad nacional. Mujeres con solvencia y buen gusto. Ahora era tiempo para un hombre joven que en su segundo intento llegaba a la cabeza del gobierno. Hijo de uno de los más destacados personajes de nuestra historia nacional. Un rostro de niño amable que nunca igualaría siquiera el método y la huella que su padre dejó en la memoria de sus paisanos y del mundo. Todos, con sus aciertos y fallos, desfilaban con el poder en sus manos mientras el pueblo, quien les dio la oportunidad de representarlo, tenía que inventárselas para no dejarse morir de hambre. Parecía que a todos les sucedía lo mismo; al llegar al gobierno una triste epidemia los contaminaba, cambiaban su discurso y repetían la misma historia de su antecesor. En Panamá los presidentes son poetas, seres de vocabulario florido y alma egoísta. Como todos los políticos, son actores, artistas de la mentira con sed insaciable de plata y fama.
-Ser optimista es cada día más difícil, pero todavía me queda esperanza. Se negaba a permanecer callado ante los hechos y le disgustaban algunos aspectos de la identidad del panameño.
-El juega vivo, lo fácil que olvida, su preferencia por lo foráneo y su permeabilidad para las influencias negativas, lo bien que copia lo malo; el rechazo al cambio, así sea para bien. Así es Panamá, toda razón es buena para hacer fiesta, sobre todo para la juventud, aunque el porqué no esté muy claro o lo ignoren por completo.
Lo explicó todo diciéndole que era eso de lo que tanto escuchó hablar cuando llegó al país a finales de noviembre del año 2003.
-Recuerdas todo lo que te conté del 3 de noviembre y sus antecedentes hasta el cabildo abierto en la Plaza de la Catedral, los sucesos en Colón y demás. Bien, ahora olvídate de todo eso y empieza a imaginar una gran fiesta en las calles, como un carnaval en la Avenida Balboa -quién dice que no se puede o que no sería bueno-. Aquello duró varios días. Hubo algún acto protocolar con personalidades nacionales e internacionales, pero eso no significó nada para la gente. Lástima que llegaste tarde para participar de la celebración popular. Hombres y mujeres de todas las edades se lanzaron a las calles para participar y ver desfiles de antorchas, dianas, fuegos artificiales. Desde el primer minuto de ese 3 de noviembre, Panamá vivió el segundo carnaval de ese año. De frontera a frontera, sobre todo en la capital. Lo mejor fue en la tarde cuando se asistió en masa al verdadero concierto panameño, un evento que de cierto modo era también una protesta contra el gobierno de la costosamente ataviada dama que gobernaba entonces, la misma que recibió la plena administración del Canal. Aunque por momentos el audio no fue el mejor y la voz de un chiquillo, en mi opinión, arruinó el sentimiento de la letra, esa tarde todos cantamos “PATRIA”, una canción del que más tarde sería Ministro de Turismo, todos llenos de alegría, casi eufóricos. El pueblo abarrotó la avenida y aunque sudorosos, apretados y algo cansados, porque pocos durmieron la noche entera. Todos bailamos salsa. Ya empezando la noche y estando cerca del lugar donde el gobierno había instalado la tarima oficial para la celebración “popular”, misma que había sido causa de polémica y debate con subido sabor político, con el concierto pop rock de un colombiano; representante de cuya nación celebrábamos cien años de separación, pero antes de él subir a escena y alborotar al público; primero con su música, número uno en todas las estaciones de radio nacional, como hacen con cada artista que viene al país para un concierto, luego con nuestra bandera metida muy cerca de su... trasero. La fiesta fue excelente. Animadores de televisión, locutores de radio y Dj’s amenizaron el ambiente con música que desde la salsa y el merengue, hasta el pop, el rock y el rap; pasando por la música típica popular, la de los combos nacionales y un himno de carnaval que llevó por unos minutos a todos al Parque Porras en la Ciudad de Las Tablas, donde cualquiera que quiera saber lo que es la fiesta del panameño, lo único que éste se toma en serio, el carnaval, tiene que ir al menos una vez. Fue un evento inolvidable. Ya me veo contando mis memorias de aquello en cincuenta años. Yo anciano hablando de cuando era joven y salí a celebrar el primer centenario desde ese 3 de noviembre de 1903. Seguro dejaré bien claro que aunque bailé, trasnoché, canté y disfruté al máximo sin reprocharme absolutamente nada, nunca olvidé la razón de la fiesta. No hay que encerrase en el pasado, pero tampoco hay que dejarlo perder. Que bonito es recordar y celebrar así ¿no?

miércoles, 2 de septiembre de 2009

SOLITARIO (Quinta Entrega)

4
Que No Se Olvide


Así como había llegado continuaba su recorrido, solo. Desde las ventanas que daban a la calle la vista no dejaba de ser desoladora; el cementerio sembrado de gente, florecido de cruces y lápidas blancas, las altas rejas negras. Se lograba ver e penas una parte de los autos que pasaban por la avenida que unía el interior del país con la ciudad, vía por la que él transitaba casi a diario. Poca luz y el nauseabundo olor. Atravesó el corredor para entrar en las celdas del lado contrario por cuyas pequeñas ventanas vio a más gente salir desde el comedor al patio y a otros entrar a la misma sección en la que él se hallaba. También observó que algunos pasaban una última puerta situada en una esquina por debajo de las escaleras. Tiempo más tarde conocería ese rincón, el área de visitas, pequeños cubículos donde por instantes programados y supervisados, siempre separados por una jaula de alambre, los reclusos podían ver a su familia. Esa fue la última parte del recorrido, a la que tardó en llegar pues se detuvo a contemplar desde una de las celdas del tercer piso imágenes que seguramente llenaban de nostalgia e impaciencia a los presos. El mar, la playa con sus olas rompiendo contra el antiguo muro de piedras. Después de un trágico diciembre, cada vez más olvidado por sus compatriotas, el cuartel central de la guardia nacional había desaparecido y ahora la vista podía ir unas cuadras más abajo hasta encontrar pequeños botes dedicados a la pesca artesanal, gaviotas y pelícanos, hasta el nicho impoluto de la Virgen Del Carmen se podía ver con claridad; eventualmente, grandes barcos en espera por su turno para atravesar la zanja que parte en dos el estrecho istmo y ahorrar grandes tiempos sin tener que bordear la punta sur del continente también podían ser vistos desde las pequeñas y sucias ventanas del tercer piso. La vista era relajante, esperanzadora.

-Imaginas todo lo que se pudiera averiguar de esos años en que operó “El Ejemplo”, todo lo que no se ha dicho. Tú has llegado ahora, cuando con todo y que la economía anda floja nos llenamos la boca con decir que tenemos democracia. Se dice que ya no existen áreas prohibidas tras cercos, que nuestras fronteras son naturales y que ya no tenemos que ver patrullas de policías extranjeros con aire de superioridad andando por nuestras calles. Aunque bueno, tenemos una peligrosa cláusula de neutralidad que nos amenaza con el pretexto de seguridad para una zanja de agua dulce que ha hecho ricos y prepotentes a unos cuantos que ahora se creen dueños de una empresa de todos los nacionales puesta al servicio del mundo. Cómo nos pesa ese lema en lo alto de nuestro escudo, deberían cambiarlo. Dime si no es más sensato que diga algo como “Tierra en beneficio de su gente” en lugar del servil “Pro mundi beneficio”. De cualquier modo, hoy es más seguro pensar, opinar y hasta protestar con inteligencia y en público. Nos hacen falta por cambiar muchas cosas para merecer nuevamente las distinciones de “la tacita de oro”, “puente del mundo, corazón del universo” y dejar sepultado, pero sin condenar al olvido, las presiones y conflictos con potencias hipócritas y de intereses disfrazados, con los que se sienten “policías del mundo”; con los años de represión militar con sus presidentes de juguete que hicieron de este país el paraíso de los narcotraficantes y la capital del lavado de dinero. Erica y sus hijos permanecían en silencio. -Saben algo de esto ¿verdad? Había estado hablándoles olvidando que ella era extranjera y que posiblemente no conocía a todas luces los detalles que el apenas y mencionaba con un singular tono de cinismo y orgullo que caracterizaba su discurso para las relaciones internacionales con ciertas naciones del norte.
-La verdad, allá vi en las noticias, hace tiempo, algo de lo que me hablas ahora, pero no sé bien los hechos. Aquí nadie más me ha hablado de las cosas que me cuentas.
-No me extraña, aquí vivimos para el momento; cuando sale el sol ya nadie se acuerda de lo que sucedió al anochecer. Tú sabes que sufrimos una intervención militar “NADA JUSTA” que para capturar a un solo cobarde, monstruo que ellos mismos crearon, destruyó cientos de vidas y de una u otra manera nos marcó a todos los que vivimos esos días. Nunca he conversado con un extranjero de esto, visto desde fuera podría parecer una simple maniobra militar que pronto fue superada; un par de fechas, algunos nombres, pero para nada. El asunto no fue ni tan rápido ni tan limpio. La historia de este pequeño país es inmensa aunque la mayoría cree que podría guardársela en una libreta de bolsillo.

martes, 1 de septiembre de 2009

SOLITARIO (Cuarta Entrega)

3
Reviviendo Lo Pasado

Atraído por un grupo reunido en una de las celdas al final del corredor, en el segundo piso aún, se acercó para ver y oír lo que contaba un hombre de mediana edad con lágrimas en los ojos mientras señalaba una de las sucias paredes; una como todas las otras: rayada, cubierta parcialmente de periódicos con su pornografía barata y más de esas extrañas manchas grasosas, sanguinolentas de tantos que, como él, pasaron por lo mismo.

-Es la única vez que he visto a un hombre llorar mientras dice cosas tan personales a tantos desconocidos. Aunque ese día no hubiera visto tantas razones para clausurar El Ejemplo, lo que escuché decir a ese hombre habría sido suficiente. A pesar que su experiencia se remontaba a la época de los militares y su régimen dictatorial, creo que cosas así siguieron sucediendo y aún hoy continúan, pero las autoridades guardan silencio o cuidan muy bien sus declaraciones y esconden mejor las huellas para evitar las sospechas; lo que sale a la luz es una verdad ficticia. Abusos, torturas, humillaciones, injusticias; todo sigue siendo igual, estoy seguro de que nada ha cambiado.

Erica comprendía la razón por la que su amigo pensaba así; las noticias en todos los medios de comunicación dejaban saber de situaciones sospechosas, declaraciones a medias y acceso restringido a las nuevas instalaciones. Algo no estaba bien y gobierno tras gobierno insistían en negar los verdaderos acontecimientos dentro de los centros de rehabilitación, como habían dado en llamar a las grandes cárceles que se empezaron a construir desde la clausura de “El Ejemplo”.

Representantes de varias organizaciones por los derechos humanos a nivel nacional e internacional tenían sus ojos puestos sobre estos asuntos, pero nadie alcanzaba a dar con el detonador que haría salir a la luz, de una vez por todas, la verdad, no importaba lo dolorosa que fuera para esa sociedad que anhelaba ser libre, moderna y efectivamente democrática, igual para todos.

A quienes iban con él y a quienes se fueron acercando movidos por la curiosidad, el hombre les dijo que fue detenido cerca de la Universidad Estatal cuando participaba, junto a cientos de estudiantes, en una protesta contra los abusos que cometía el gobierno en el país entero; era una dictadura militar cada vez más represiva. Un auto decorado con dibujos animados disparó chorros de agua contra ellos, una vez más se les reprimió con fuerza dando inicio a otra de las incontables batallas que por esos alrededores han sido escenificadas entre la policía con sus bombas lacrimógenas y disparos de perdigón y los estudiantes que ofrecen resistencia con palos, piedras y cuanto pueden utilizar del inmobiliario de la universidad; hasta bombas caseras y canicas han formado parte del arsenal estudiantil.
Agentes obligados a cumplir una orden y jóvenes reclamando democracia, dos bandos de gentes populares, enfrentados mientras el principal responsable gozaba de viajes, mansiones y escandalosas relaciones sexuales. Él tropezó antes de lograr refugiarse dentro de las instalaciones universitarias. Después de varias patadas, muchos golpes con palos y mangueras e insultos lo hicieron subir al vagón de un enorme pick-up junto a otros compañeros que corrieron con la misma desgracia. Hombres y mujeres eran tratados por igual, con la misma violencia. Unos sangraban y se quejaban de dolor ante la fuerza de las agresiones, otros forcejeaban y arremetían furiosos contra sus represores, ciudadanos que al quitarse el uniforme no eran más que simples y corrientes víctimas del régimen.

El pick-up cargado de estudiantes se dirigió al hospital, donde bajaron a los que parecían más lastimados y a todas las mujeres, el resto de los hombres fueron enviados a “El Ejemplo”. Él fue uno de ellos, de los que tuvo que enfrentar el rápido, sencillo e inolvidable proceso en el que les vaciaban los bolsillos y en una bolsa plástica, que jamás recuperarían, depositaban sus pertenencias -carteras, relojes, collares, dinero- luego los separaron llevándolos a diferentes celdas, encerrándolos junto a verdaderos delincuentes.

La celda en la que se hallaban esa tarde, era a donde él fue a parar, lo recordaba nítidamente. En aquel segundo piso el guardia le quitó las esposas y lo empujó dentro de la celda. Los maleantes que lo vieron llegar no tardaron en burlarse del “niño bien”. La mayoría era gente inculta que ignoraba la situación que enfrentaba la gente decente y el rumbo a la ruina que llevaba la nación. Lo golpearon por placer y para demostrarle quienes eran los que mandaban tras las rejas. Al notar que aún llevaba la ropa húmeda uno de aquellos infelices propuso darle calor. El guardia que todavía estaba de pie frente a la reja rió a carcajadas, una burla grotesca contra un estudiante de segundo año de derecho y se marchó mientras continuando con su risa pérfida deseo buen provecho a los criminales.

-Se me lanzaron encima y me quitaron la ropa... Me estrellaron contra la pared. Dijo señalando las manchas.
-Dos de esos desgraciados me agarraron para que no pudiera defenderme y otro... Tenía el rostro bañado en lágrimas de humillante dolor, no tenía que dar más detalles. Respiró hondo y agregó.
-Uno por uno, todos me hicieron lo mismo... forcejear y gritar no me sirvió de nada.

Todos, excepto uno, abusaron de él antes de sentir una especie de lástima pasajera y soltarlo arrojándole de vuelta su pantalón y lo que quedaba de su suéter. El hombre contó que se quedó tirado en el suelo; encogido, devuelto a una posición fetal. Temblaba de frío, rabia y dolor. El único que no abusó de su desgracia ni se burló de su agredido idealismo fue José, un varonil homosexual que usó el destrozado calzoncillo del muchacho para limpiarle la suciedad y la sangre que escurría entre sus nalgas y muslos. Fue una semana completa sintiéndose indefenso. Por las noches José se acercaba a él para protegerlo; en una esquina lo abrazaba y no permitía que nadie se le acercara. Durante esos siete días, en dos ocasiones fue él, José, quien se ofreció a recibir las humillaciones y deshumanas embestidas sexuales.

Cuando sus padres pudieron lograr su libertad estaba más flaco que nunca, ojeroso y sin fuerza, pero dos días después volvió a la universidad y siguió participando de las protestas que cada vez eran más grandes, con mayor apoyo y firmeza civil exigiendo el fin de la opresión militar. Su ímpetu contagió a su familia; todos los medio día, asomada en el balcón de su apartamento, su madre empezó a sonar una paila con el cucharón de revolver, igual que cientos de amas de casa y su esposo acompañó a su hijo a las marchas multitudinarias de la cruzada.

Meses más tarde recibió una extraña llamada. La madre le avisó que un tal José lo solicitaba desde el otro extremo de la línea telefónica. Algo había sucedido y le otorgaban la libertad tras varios años de encierro por asesinar a su padrastro, un hombre que maltrataba a su madre y violaba a sus dos hermanas, para él siempre tenía insultos, pero el día de su fin llegó cuando José no soportó más la situación y reaccionó ante sus agresiones.

-¡Tú eres más maricón que yo. Desgraciado. Eres un animal, pero ya no vas jodernos más! Le dijo interviniendo cuando el tipo pretendía arrojar sobre su madre una olla con agua caliente por no cumplir al instante sus exigencias de borracho.
-¡Sí, el cueco te va a matar infeliz! Le gritó mirándolo a los ojos. Decidido a defender a sus mujeres y acabar con las ofensas que a diario recibía por no ocultar su preferencia sexual.
-¡Es verdad, soy cueco, me gustan los hombres, me gustan mucho, pero eso no me hace ni la mitad de porquería humana que eres tú. Un hombre de verdad no golpea a su mujer ni la hace suya a la fuerza, no la coge como si fuera una perra en celo. Un hombre tampoco abusa de una niña! Fueron las últimas palabras que el tipo escuchó decir a José antes que le disparara todas las municiones que tenía el revolver sin registro que había conseguido con un vecino, miembro de una de las pandillas del barrio.
-¡Sí, soy un maricón y tú eres menos hombre que yo! José mató y fue a declarar su culpa ante las autoridades que lo encerraron. Su madre y hermanas se olvidaron de él; en cambio lloraron sobre el cadáver de su verdugo, rezaron por el eterno descanso de su alma y lo enterraron vestidas de negro; se decretaron de luto y vistieron de negro por todo un año sin pensar una sola vez en la suerte que, por defenderlas, corría José en “El Ejemplo” donde fue trasladado una semana después del crimen. Lo único que tenía al salir de la cárcel era su ropa vieja, la cédula descolorida cuya foto no era ni la sombra de quien era ahora y el número de teléfono que le dejara anotado en un trozo de caja de cigarrillos el muchacho al que ayudo en la desgracia. Los padres pensaron que si su hijo estaba tan agradecido con José, por algo muy importante tenía que ser. No hicieron preguntas y lo recibieron como a uno más de la familia.

Cuántas historias más como esa se habrán quedado encerradas para siempre por el dolor y la humillación que significaban para sus protagonistas. Impresionado con el testimonio de aquel hombre, que más tarde reconocería como el influyente fundador de un partido político que luchaba por alcanzar la presidencia y devolver la dignidad a un pueblo insatisfecho, lentamente salió de la celda y subió hasta el tercer piso.