viernes, 18 de marzo de 2011

SIE7EPOROCHO

Mis palabras -en representación del grupo de escritores- la noche del jueves 17 de marzo de 2011 durante la presentación de nuestro libro colectivo:

SIE7POROCHO

“Un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.” Mario Vargas Llosa

¿SIETEPOROCHO?
¡56! Es un asunto científico -matemático- poco tiene que ver con la literatura y mucho menos con los cuentos, ese fecundo género literario que es cultivado, cosechado y apreciado entre los panameños desde el siglo XIX.

Cuando recibí la invitación de Enrique Jaramillo Levi para participar de un Taller Avanzado de Cuento que dictaría -promovido por el grupo editorial 9 Signos- me sentí honrado, no dudé un instante en aceptar, estoy seguro que con mis compañeros sucedió prácticamente igual. Así, en julio de 2010 empezó esta fértil aventura. Algunos ya compartían lazos de amistad, otros a penas nos presentábamos, pero al final resultó un grupo jovial, con intereses en común que más tarde -en octubre- recibe nuevos integrantes que sin dificultades se integran a la dinámica de trabajo.

Si me preguntan qué es lo que más recuerdo de los talleres responderé que la hora del almuerzo, no por el menú puesto sobre la mesa sino por las conversaciones que en ese tiempo creaban la más grata camaradería. Sí, hablamos de platillos e ingredientes, pero política, educación, arte, relaciones internacionales, historia, turismo y hasta publicidad fueron los más selectos manjares. Esos elementos que conforman nuestra experiencia cultural y excitan la curiosidad intelectual de todo ser humano.

Si hablamos de las sesiones, decir que en ellas primó la diversidad, tanto en las tareas por realizar como en sus resultados. Cada quien presentó al grupo su visión, sus personajes en sus propias circunstancias. Las críticas y cuestionamientos enriquecían el proceso.

Una cualidad de los artistas es observar hasta la fascinación, saber concentrarse en los detalles para luego reflejar en su obra nuevas realidades. Soy de los que opina que al artista no le va bien ser humilde -debe ser el primer y máximo admirador de su creación-. Creo que un verdadero escritor es un ser egoísta mientras trabaja, pero muy humano, de enorme sensibilidad que se pierde en los rincones de su memoria que ya no es suya sino de sus personajes y aprende a encontrarse. En cada texto el escritor es como un dios que crea. Dimos vida a objetos inanimados, voz a plantas y animales, silencioso instinto al humano. Revivimos la historia y a veces -como quien hace una travesura- creamos cuentos de escritores que escribían nuestros cuentos. Disfrutamos, sin duda.

Escribir es un modo de pensar públicamente, por eso para ser escritor hay que ser libre, solamente así se puede extender la percepción más allá de la prudencia sin temer los efectos de las palabras porque todo arte es tan subjetivo como el individuo. Escribir es un arte, por eso procuramos ser cuidadosos con cada palabra, nos dejamos estimular por el reto que representan el papel o al monitor en blanco. Era y siempre será un asunto de disciplina, un trabajo que requiere pasión creativa y la necesidad de mostrarse al mundo. De esa inquietud nace en nosotros el deseo de presentar un libro colectivo, práctica que se ha estado popularizando en nuestro país sin abandonar por ello el natural deseo de todo escritor: presentar trabajos individuales. Cuando Evelia, la narradora chispeante que prefiere los finales felices; Minerva, con sus singulares referencias y detalles históricos, Fernando -mi tocayo- quien confiesa leer poco, pero sabe contar de miedos y fantasmas; Rosalba, quizás la de más talento en la técnica o técnica en el talento; Marisín, atrevida a explorar posibilidades con personajes complejos; Rolando, cauteloso y contestatario; también Sonia, puntual, sensible y preocupada me designaron -al Fernando sarcástico e irreverente que disfruta hablar en público- para dirigirme a ustedes en representación del grupo esta noche me sentí comprometido con encontrar las palabras para manifestar tantas experiencias y gratificaciones. Es que no somos los únicos protagonistas de esta aventura. La confianza del grupo editorial, la asesoría de Jaramillo Levi, el respaldo de familiares, compañeros y amigos -lectores de primera mano- son algunas razones para estar aquí reunidos, en el más apreciado refugio de la literatura nacional, presentando: SIE7EPOROCHO. No es matemática, es arte; un colectivo de cuentos panameños. Gracias por acompañarnos en este tramo del sendero por los bosques de la palabra en Panamá. Citando el poema de Miró: “En donde son los árboles, antiguos conocidos que al paso nos conversan de un tiempo que pasó.”

viernes, 4 de marzo de 2011

El precio de un bicho

Me he acostumbrado a ir por el sendero adjunto; ese que lleva por la misma ciudad y puede terminar en el mismo destino que el tuyo, pero que definitivamente ofrece una visual distinta en su trayecto: La ciudad, la gente, la política, el arte, la vida...

A veces me veo con desapego al individuo que soy y al mismo tiempo puedo pensar como tal... Como tener 2 cerebros o doble personalidad, pero no alternantes sino constantes. Soy diferente en muchas cosas y muy parecido en otras. Soy un tipo normal, sólo que me doy la libertad de pensar y sentir en base a mis propios parámetros -que van más allá de los estereotipos y lo generalizado sin más razón ni cuestionamiento-.

En consecuencia, no llevo el ritmo ni el estilo de vida predeterminado -entendido y aceptado- socialmente. Además, es muy probable, casi seguro, que tampoco busque las mismas condiciones ni me estimulen los mismos intereses que a la mayoría.

Ser como soy
Vivir como vivo
Sentir como siento
Decir lo que digo
Todo tiene un precio: Escribir lo que escribo.

Mi vida representa un alto costo, posee un gran valor que yo mismo fijé y pago con sacrificio, a veces con retrasos en las letras pactadas (sujetas a modificacion sin previo aviso).

Cambios constantes, es lo único permanente en mí, aunque irónicamente todo lo mío parece inalterable.... Siempre ha sido igual, siempre estoy expuesto al cambio, aunque todo esto parezca un rosario, una letanía repetida permanentemente, como un círculo interminable.
Por todo lo que acabo de contarte, a veces me siento un bicho... Pero saber que puedo expresarme como lo hago ahora me hace sentir privilegiado, entonces me siento más que raro: Fenomenal.