viernes, 23 de abril de 2010

Cuando muchos L*%?$ son más...

Hoy, 23 de abril, se celebra internacionalmente el Día del Libro; ese objeto impresionantemente desconocido para tanta gente que es presa fácil de la demagogia y las falsas promesas que pone su vida, el presente, su nación y el futuro de los suyos a merced de falsos dioses... Hoy es un buen día para CAMBIAR y hacerlo BIEN: ABRE UN LIBRO ¡LIBÉRATE!
Ilustración tomada de la web

miércoles, 21 de abril de 2010

Rumbo al Día del Libro

¿Cómo celebrarás vos?...

jueves, 8 de abril de 2010

Beautiful

Like an iceberg!...
A little of happiness is on the top,
but a lot of sad's frustrations are on the deep...
Como un témpano de hielo...
Un poco de felicidad asoma en la superficie,
pero muchísimas tristezas y frustraciones se encuentran en lo profundo...

martes, 6 de abril de 2010

¿No me recuerdas?

Caminaba por la zona peatonal, eran como las dos o tres de la tarde del primer lunes después del Viernes Santo y las primeras gotas de lluvia de este año empezaron a caer. Fue como que todos iban de prisa, nunca he comprendido por qué corre todo el mundo, excepto nosotros que sólo nos preocupábamos por esquivar a los agitados corredores y una que otra punta de las varillas de los paraguas. No sé cómo pasó, pero tropezamos. Su rostro pareció iluminarse, sus ojos -de por sí grandes- se hicieron enormes y su boca se abrió en una sonrisa rotunda. Me llamó por mi nombre, recordó viejas fechas, citó personajes conocidos y hasta hizo excelentes referencias de ubicación.
-Soy Fernando ¿No me recuerdas?Fuimos compañeros tanto tiempo, compartimos inolvidables experiencias, disfrutamos conquistas y padecimos las mismas adversidades. Claro que lo recuerdo, cómo olvidarlo si siempre lo admiré, tanto que me enamoré como una idiota, aunque para él yo era invisible; casi invisible sería lo correcto, hoy lo sé, pero ya es demasiado tarde. Veinte años después -en otra ciudad, con la vida resuelta y recién casada por segunda vez- de qué me sirve que me procure ahora.
-No. Me confunde.- Respondí, lo hice a un lado y seguí caminando.

domingo, 4 de abril de 2010

Sinsabor

Para S.T. por ser como es
El recuerdo siempre estuvo ahí; no se trataba de una obsesión, pero sí de algo tan permanente que resultaba imposible ignorar. Era poco más que un niño cuando le encontró por primera vez. Algo de inocencia aún tenía, pero ya había estrenado la malicia, probado el fruto de su sensualidad. Con un gesto, una mirada, lo dijeron todo.

Pasaron los años y poco a poco las imágenes de aquella vez -la espalda ancha, los brazos fuertes, el retrato sepia con los datos en la tarjeta de presentación y todo lo demás- se fueron borrando, sólo quedó grabado en su memoria el nombre. Un nombre que algunas veces leyó en los diarios, en la sección cultural.

Hace menos de un mes, volvió a suceder, le vio de lejos y aunque lucía algo diferente supo que era la misma persona. Inolvidable. No le dijo nada y fue lo mejor. La casualidad, hija traviesa del tiempo y la fortuna, los reuniría después. Un saludo jovial abrió el compás a un largo tiempo para intercambiar voces y silencios. Hablaron de todo, jugaron con las palabras, insinuaron; aún entre líneas hubo algo dicho, dicho y entendido. Aquel día le conoció y supo que la espera había terminado.

Esa noche el escritor que reniega ser poeta, eterno enamorado del amor y filósofo incomprendido por los ciegos de lo cotidiano, intentó escribir un cuento y el resultado fue una crónica absurda e inexplicable de quién sabe quiénes. El próximo encuentro se había previsto para una fecha cercana, se preguntó si hacía bien en buscarle, en recordar su nombre y atreverse a hacer lo que no tiene más remedio, ninguna otra lógica. Le pareció estar viéndose regresar a casa y sentarse a escribir, intentarlo nuevamente. Un cuento o un poema, en el peor de los casos. Está cansado de los finales insípidos, preñados de posibilidades. No le gusta lo que ve y tampoco le gusta lo que escribe:
“Recordó aquel nombre por más de quince años, se dejó seducir por la ilógica razón de las pasiones y se demostró a sí mismo lo que ya sabía. Nada hay más real que lo dicho, nada más fuerte que el poder de la palabra, aunque se refugie en el silencio. Palabras, muchas palabras, pero solamente un nombre que al pronunciarlo le deja en la boca el sinsabor de un beso”.