Con todo lo expresado en el tiempo transcurrido desde el periodo de campaña electoral hasta hoy -2 años de gestión- no es preciso decir que desapruebo el modo inconsulto, déspota y -de ñapa- chabacano de Ricardo Martinelli y su equipo de gobierno.
Hace un año oré a Dios y pedí a San Simeón Salus (Santo Patrón de los locos) que iluminara a nuestros gobernantes para que lograran comprender que no son dueños de la nación y sus habitantes sino servidores públicos en quienes se confió la tarea de administrar los recursos del estado. Se llama libre albedrío, esa libertad de pensar, ser y hacer que otorga Dios al hombre, pero con toda libertad y derecho vienen las responsabilidades y deberes.
Cuando empezó este teatro gubernamental muchos ilusos opinaron que era el inicio del cambio social que Panamá requiere y los que advertimos el inicio de malos tiempos fuimos condenados por agoreros. Fueron días en los que empezaron a pagarse favores y unos cuantos de los que respaldaron la locura del dueño de la cadena de supermercados recibieron la politiquera oportunidad de trabajar como empleados públicos en distintos niveles de jerarquía en instituciones estatales. A dos años de ese inicio me satisface que algunas personas de aquel equipo inicial dijeran: Hasta aquí. Me hace creer que no todos son de la misma ralea y afortunadamente todavía quedan personas dispuestas a trabajar por hacer las cosas bien en nuestro país.
De aquello conversaba hace poco con uno de esos jóvenes que forman parte de los servidores públicos en alguna posición de mando dentro de una institución estatal y de él recibí los argumentos más importantes para escribir esta nota:
“Esos que se retiraron fueron tontos porque ahora otro vivo hará lo mismo que ellos no quisieron hacer… seguirán robando y hasta más… O quizás sí fueron buenos y le dieron oportunidad a los que no tenemos… Yo sí le robo al estado, pero no dinero: Le robo en tiempo… Yo sólo espero que el loco me siga pagando un buen salario por lo que queda de este periodo y ya después veremos… Varela tenía que aliarse, de todos modos iba a perder, ahora ya viene su chance… Tú eres PRD ¿verdad?”
Veamos, creo que los pensamientos en aquella persona deben ser algo así: Tener principios y estar dispuestos a abandonar una posición de poder por mantenerlos es ser tonto... Hacer lo que sea por poder es jugar vivo y yo soy bien vivo… robar es parte del juego… Vale más en el porcentaje de las encuestas un corrupto dispuesto que un honesto insatisfecho… Recibir dinero por un tiempo que no trabajas está bien, después de todo bastante tiempo y trabajo dediqué a la campaña de quien me puso en este cargo ¿no?... Yo no sé mañana, pero ahora me parece bien que Ricardo Martinelli -porque Panamá es parte de empresas RICAMAR- mantenga mi salario para cubrir los costos del carro, los paseos y las fiestas que como joven parrandero se me antojan a cada rato… Yo no sé de partidos políticos ni ideologías, mucho menos de identidad social, pero estoy clarito que si tienes esos principios raros y no apoyas lo que se está haciendo aquí tú tienes que ser PRD porque la gente común y corriente no piensa mal ni critica a Ricardo Martinelli.
Mi abuela está contenta con sus 100 a los 70 y se niega a ayudar a mi abuelo, cuya jubilación -tras una vida sudando- no estira para más… Ya demolieron la antigua embajada de los Estados Unido; cosa que me importa poco, el uso que se pretende dar al terreno es lo que rechazo... La UNESCO pide argumentos serios y pruebas confiables de lo que pretenden hacer con otro de sus proyectos ego-inflacionarios… Representantes en el extranjero abochornan al país... El aumento en el salario de los policías me parece directamente proporcional con el aumento en la violencia y abusos que estos cometen… Las unidades del Metrobús circulan por las caóticas avenidas de la ciudad capital, cada vez más deshumanizadas... El pasaje en el interior del país se hecho más costoso... Los alimentos y servicios básicos parecen un lujo necesario…
Ante todo lo que percibo sucediendo al mismo tiempo en Panamá cometo el error de poner las noticias y lo único que encuentro es el análisis de la continuidad o no de la cacareada alianza de gobierno y la disputa por la Presidencia de la Asamblea Nacional de Diputados. Los Padres de la Patria se les ha llamado alguna vez, qué grande les queda eso. Los que deberían importarnos son los padres de la verdadera generación del cambio, ese segmento productivo de la población panameña que se esfuerza por sobrellevar la situación actual y ofrecer a sus hijos mejores condiciones de desarrollo y prosperidad.
Los resultados del cambio no los veremos quienes ahora escribimos o leemos las líneas recientes de la historia, pero si de una buena vez no nos enfrascamos con un cambio de actitud no habrá mucha historia que contar de un rincón del mundo llamado Panamá.
Hace un año oré a Dios y pedí a San Simeón Salus (Santo Patrón de los locos) que iluminara a nuestros gobernantes para que lograran comprender que no son dueños de la nación y sus habitantes sino servidores públicos en quienes se confió la tarea de administrar los recursos del estado. Se llama libre albedrío, esa libertad de pensar, ser y hacer que otorga Dios al hombre, pero con toda libertad y derecho vienen las responsabilidades y deberes.
Cuando empezó este teatro gubernamental muchos ilusos opinaron que era el inicio del cambio social que Panamá requiere y los que advertimos el inicio de malos tiempos fuimos condenados por agoreros. Fueron días en los que empezaron a pagarse favores y unos cuantos de los que respaldaron la locura del dueño de la cadena de supermercados recibieron la politiquera oportunidad de trabajar como empleados públicos en distintos niveles de jerarquía en instituciones estatales. A dos años de ese inicio me satisface que algunas personas de aquel equipo inicial dijeran: Hasta aquí. Me hace creer que no todos son de la misma ralea y afortunadamente todavía quedan personas dispuestas a trabajar por hacer las cosas bien en nuestro país.
De aquello conversaba hace poco con uno de esos jóvenes que forman parte de los servidores públicos en alguna posición de mando dentro de una institución estatal y de él recibí los argumentos más importantes para escribir esta nota:
“Esos que se retiraron fueron tontos porque ahora otro vivo hará lo mismo que ellos no quisieron hacer… seguirán robando y hasta más… O quizás sí fueron buenos y le dieron oportunidad a los que no tenemos… Yo sí le robo al estado, pero no dinero: Le robo en tiempo… Yo sólo espero que el loco me siga pagando un buen salario por lo que queda de este periodo y ya después veremos… Varela tenía que aliarse, de todos modos iba a perder, ahora ya viene su chance… Tú eres PRD ¿verdad?”
Veamos, creo que los pensamientos en aquella persona deben ser algo así: Tener principios y estar dispuestos a abandonar una posición de poder por mantenerlos es ser tonto... Hacer lo que sea por poder es jugar vivo y yo soy bien vivo… robar es parte del juego… Vale más en el porcentaje de las encuestas un corrupto dispuesto que un honesto insatisfecho… Recibir dinero por un tiempo que no trabajas está bien, después de todo bastante tiempo y trabajo dediqué a la campaña de quien me puso en este cargo ¿no?... Yo no sé mañana, pero ahora me parece bien que Ricardo Martinelli -porque Panamá es parte de empresas RICAMAR- mantenga mi salario para cubrir los costos del carro, los paseos y las fiestas que como joven parrandero se me antojan a cada rato… Yo no sé de partidos políticos ni ideologías, mucho menos de identidad social, pero estoy clarito que si tienes esos principios raros y no apoyas lo que se está haciendo aquí tú tienes que ser PRD porque la gente común y corriente no piensa mal ni critica a Ricardo Martinelli.
Mi abuela está contenta con sus 100 a los 70 y se niega a ayudar a mi abuelo, cuya jubilación -tras una vida sudando- no estira para más… Ya demolieron la antigua embajada de los Estados Unido; cosa que me importa poco, el uso que se pretende dar al terreno es lo que rechazo... La UNESCO pide argumentos serios y pruebas confiables de lo que pretenden hacer con otro de sus proyectos ego-inflacionarios… Representantes en el extranjero abochornan al país... El aumento en el salario de los policías me parece directamente proporcional con el aumento en la violencia y abusos que estos cometen… Las unidades del Metrobús circulan por las caóticas avenidas de la ciudad capital, cada vez más deshumanizadas... El pasaje en el interior del país se hecho más costoso... Los alimentos y servicios básicos parecen un lujo necesario…
Ante todo lo que percibo sucediendo al mismo tiempo en Panamá cometo el error de poner las noticias y lo único que encuentro es el análisis de la continuidad o no de la cacareada alianza de gobierno y la disputa por la Presidencia de la Asamblea Nacional de Diputados. Los Padres de la Patria se les ha llamado alguna vez, qué grande les queda eso. Los que deberían importarnos son los padres de la verdadera generación del cambio, ese segmento productivo de la población panameña que se esfuerza por sobrellevar la situación actual y ofrecer a sus hijos mejores condiciones de desarrollo y prosperidad.
Los resultados del cambio no los veremos quienes ahora escribimos o leemos las líneas recientes de la historia, pero si de una buena vez no nos enfrascamos con un cambio de actitud no habrá mucha historia que contar de un rincón del mundo llamado Panamá.