miércoles, 10 de agosto de 2011

Ahogo de conciencia

Hace tiempo no le dedico tiempo a este espacio que una noche -hace tiempo- imaginé para decir lo que pienso antes, durante o después de escribir y al final se ha convertido en otro anaquel de palabras; historias y versos libres que cuelgo de rato en rato, a veces por placer y también por costumbre; por amor, ese sentimiento que si pudiera escoger preferiría no sentir.


He amado personas, animales y cosas -Sustantivos-... Amado a Dios hasta aburrirme de las religiones... Placeres que se convirtieron en vicios... Lugares que se transformaron y aunque en principio lo sentí traición terminé por comprender que era lo indicado... Amé tanto a mi país que terminé por perder la esperanza y estuve a punto de dejar de amar lo más importante: lo que soy.


Me enamoré sin darme cuenta, pero presentía que me iba a enamorar. Absurdo presentimiento si todos sabemos que el amor es predecible. Estoy enamorado de una persona que está tan lejos que solamente podemos abrazarnos viajando en el tiempo... Tiempo, aliado o enemigo abstracto de lo que escribo porque escribir es lo más que tengo para continuar vivo. Vivir lo denominado vida que no es otra cosa que una búsqueda de respuestas en la que tropezamos con tanta gente en su propia búsqueda y construcción de sí mismos. El caos perfecto.
No me digas: Escribe... Lo dije hace no mucho aunque en otra lengua. Escribir es tan espontáneo como respirar, pero se valora más una bocanada después de casi morir por asfixia.