Empezando la última semana de noviembre 2012 he vuelto a este espacio tan egoísta, pero entregado. Hasta ahora me doy cuenta cuán lejos he estado y en sólo un par de segundos cientos de imágenes pasaron por mi mente.
Hace un año, recibí una llamada preguntando por mis servicios como corrector de estilo y mi interés en colaborar con una revista de moda; el viernes pasado realicé la revisión previa al proceso de impresión de la edición diciembre -fueron doce meses en total- y el comentario por parte de la administración de continuar trabajando juntos durante el próximo año, decisión que estaremos tomando durante los próximos días.
La frase que bautiza, describe e impulsa al año será renovada; después de ya no sé cuántos años, ACTITUD, maravillosa palabra, cederá parcialmente sus responsabilidades a otra palabra: GÉNESIS.
Génesis porque según muchos que por décadas han disfrutado diciendo que soy un tipo negativo, este año se acabará el mundo. Evidentemente, no pertenezco a ese grupo de irreverentes creyentes de profecías y he decretado que si algo se acaba con el año 2012 serán mis malos tiempos, pesares, preocupaciones, dificultades y otras irrelevancias que la gente negativa como yo siempre tiene en mente. Se acaba el año, se acaba todo lo dicho e iniciamos un 2013 de Génesis.
Han sido doce meses en los que he disfrutado con algunos familiares, conocidos y amigos; también he tenido que enfrentar algunos malos ratos que como bien dice el refrán popular: Lo que no mata, engorda. Sigo tan flaco como siempre, pero gordo en actitud positiva, convencido de que apostarme a ganador es la decisión acertada.
Como escritor no he compartido demasiado, pero he completado material en diferentes géneros que procuraré publicar pronto. Eso sumado a la singular experiencia de adaptar uno de mis cuentos para lograr una puesta en escena muy bien lograda por algunos chicos, alumnos del colegio La Salle (Panamá). Importantes son las nuevas ideas que ya aguardan por la oportunidad de convertirse en hechos.
Políticamente, durante mi primer año como militante en un partido político he participado de algunas actividades en las que he podido ver y escuchar sin intermediarios ni efectos especiales situaciones sobre las cuales siento la necesidad de involucrarme. Requerimos que muchos cambios positivos sucedan pronto, pero sería un error andar con prisas. Continuaré avanzando y aprendiendo, aportando en la medida de mis posibilidades. Yo no quiero cambiar el mundo, no quiero que nadie herede un mundo mejor; sencillamente quiero demostrar que tengo la razón y que muchas cosas se pueden hacer mejor, de modo más claro, productivo y ajeno a intereses mezquinos.
Europa volvió a recibirme con los brazos abiertos, tuve la experiencia de pasar una temporada extraordinaria en pleno otoño. Celebré mi cumpleaños fuera de casa, pero sintiendo calor de hogar. Literalmente calor, porque ¡vaya que... que... que... que sentí frío! Estuve de pie ante la tumba de uno de mis más respetados escritores, Oscar Wilde. Hace un par de años mi amigo Nicolás -persona para la que no tengo más que cariño y gratitud- me dijo que algún día me acompañaría en esa visita, no supe si creer o no, ahora es un recuerdo de una realidad inexplicable: Mi primera visita a París, Francia, donde también conocí el sitio en el que reposa el famoso Napoleón, la Catedral de Notre Dame, la Basílica del Sagrado Corazón, la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo -donde escuché a cadetes de la policía francesa cantar La Marsellesa a puro pulmón- y los Campos Eliseos, entre otros rincones interesantes de aquella inmensa ciudad. Luxemburgo, Alemania y Bélgica, también formaron parte del recorrido que inició y concluyó en Holanda -mi hogar en Europa-. Allí aprendí más de su gente y su modo de vida, me sentí mucho más cómodo que la primera vez, aunque sigo sin poder pronunciar una frase completa en su lengua. Caminé por las calles de la ciudad en la que nació y creció Mata Hari, visité la casa en la que se escondió la familia Frank y estuve ante un manuscrito cuyas palabras han llegado a millones de personas alrededor del mundo para combatir injusticias e inspirar fortaleza, respeto, esperanza y anhelos de futuro: El Diario de Ana Frank. Muy cerca de allí, el monumento de triángulos, el Homomonument que recuerda a tantas víctimas de discriminación, abusos y persecusión por su tendencia sexual; allí muchos han leído: "Naar Vriendschap Zulk een Mateloos Verlangen" (Tal deseo infinito de amistad), parte del poema A un joven pescador del poeta judío Jacob Israël de Haan. Allí he de volver y depositar una flor.
Puede que esta sea la única publicación de este año en este blog, pero todavía tengo mucho por decir, ya verán el par de proyectos y sorpresas que tengo para compartir desde el próximo año. Es que aunque quisiera, no puedo, no encuentro la manera de no pensar y mucho menos aprendo cómo no sentir; así soy yo, tómalo o no jodas... Y si decides joder -directa o indirectamente- atente a las consecuencias. No hay mal que por bien no venga, dice la gente.
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