Compadre Mono camina al infierno
No sé si Balbina Herrera pretende aspirar nuevamente a la Presidencia de la República, pero sí sé que actualmente es mucho más importante mantener la unidad ciudadana ante un gobierno ajeno a la voluntad y necesidades populares. No seamos nosotros mismos los que pongamos la trampa de humo.
“Mi compadre Mono tiene dos camisas, una que se pone y otra que se quita…”
Inolvidable la letra del canto de mi abuela en los días de mi infancia. Yo, que soy amante de imaginar y recrear episodios, me imagino al hombre usando para el funeral de su madre la misma camisa negra que se puso el día que se embriagó celebrando las patronales del pueblo. Es que “de buenas intensiones está empedrado el camino al infierno”, como bien dice otro refrán popular que he escuchado a muchas personas cuando el destino, a veces desafortunado, lleva al trasto lo que se pensaba una buena acción; como sucedió recientemente, la tarde del pasado jueves -una tarde lluviosa- cuando diferentes grupos de la sociedad panameña se reunieron para marchar pacíficamente manifestando su desacuerdo por la manera autoritaria, inconsulta y acelerada en que el gobierno actual ha llevado adelante una serie de reformas cuyos beneficios y verdaderos intereses muy pocos conocen realmente. A esta convocatoria se presentó Balbina Herrera, ex-candidata a la Presidencia de la República. Ella, al igual que hicimos muchos, se vistió de negro, pero cometió el error de confiar y creer que nadie tomaría a mal su atuendo: un impermeable negro con un emblema de la pasada campaña política.
El primer comentario malintencionado que llegó a mí decía que llevaba un impermeable con la frase bordada: “Balbina Presidenta 2014”. Imposible, no puede existir persona tan imprudente, fue mi primera expresión. Luego vi publicadas fotografías en las que evidentemente aparece Balbina Herrera con el atuendo negro, pero no con el mensaje de proselitismo 2014. Ella ha manifestado su sencilla razón: era una tarde lluviosa y me puse un jacket que conservaba en el ropero. Las críticas han sido muchas y severas, en lo personal considero que fue un error, mas no puedo sumarme a los ataques que he visto desarrollar en contra de esta mujer. Fueron varios los políticos que caminaron junto a las diferentes agrupaciones, algunos identificados con grandes banderas y banners, pero el descuido de Balbina es el que ha sido considerado una burla, un abuso, incluso una charlatanería.
No escribo esta nota para defender a Balbina Herrera, sé que ella sola puede hacer frente a este suceso. Escribo para llamar la atención de algunas personas, para decirles que cuando se vive -como ahora- gobernados por un equipo que maneja impecablemente la propaganda e influye peligrosamente sobre el pensamiento sensato de la sociedad, no debemos dar fuerza a un suceso que si bien puede y debe ser criticado, ha de hacerse en otra ocasión. Me alegra que se observen detalles tan simples como un impermeable, da muestra de análisis y evaluación a las acciones de nuestras figuras políticas, una actitud que puede ayudarnos a evitar errores como la decisión de elegir como presidente a un falso líder. Es el primer paso, también tenemos que empezar a prestar atención a los discursos -de los miembros del gobierno o de la oposición- porque las palabras siempre pueden significar mucho más de lo que a la ligera se deja escuchar.
“Mi compadre Mono tiene dos camisas, una que se pone y otra que se quita…”
La canción también puede aplicarse a cierto individuo de pronunciado perfil y cabellos blancos que se pasea por el palacio de las garzas desde hace ya casi un año. Su primera camisa está bastante maltratada por el tiempo, la usó por muchos años para lucir como el hombre del cambio y ¡cambió!... Logró que miles de incautos y algunos secuaces brincaran en un solo pie mientras gritaban orgullosos que carecían de razón, respaldando un discurso carente de todo argumento lógico, una cacareada letanía de promesas e ilusiones. Con esa camisa fue decretado el máximo representante de la nación, pero hoy nos luce su otra camisa: la que mantuvo guardada todo el tiempo. La que presume poder, poder… ¡PODER!...
La camisa vieja fue a la tintorería; está lavada y planchada, lista para lucir nuevamente. Lástima que no la llevaron donde la perica del otro canto de mi abuela, esa que cuando “quiere que el perico vaya a misa se levanta bien temprano y le plancha la camisa…” Quizás ella habría hecho lo mismo que en la canción cuando se la pidieran de vuelta, decir: “No te la doy porque es de plata” y al menos tendríamos a cada quien luciendo la camisa auténtica. Al menos mientras llega la otra, la del psiquiátrico.
Por ahora, no me queda más que conformarme con señalar mi opinión rememorando los cantos de mi abuela y refranes de sabiduría popular, como aquel que tan bien viene al caso de guardarropas y camisas, aquel que confío estará presente en el juicio de todos para continuar haciendo frente a los actos de nuestros políticos: “La mona, aunque se vista de seda: Mona se queda”.
“Y… si he escrito esta carta tan larga, ha sido porque no he tenido tiempo de hacerla más corta.” -Pascal-
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