San Simeón Salus
-Reflexiones de un Irreverente con Criterio-
*Dementes por Cristo, saloi -en griego-, así se les denominó a los hombres que decidieron profesar su fe en Dios de un modo diferente. Manifestaban humildad y desprecio de sí mismos; durante el día se les veía vagar por los pueblos como enfermos mentales o como si estuvieran poseídos por el demonio, mientras que dedicaban la noche a la oración.
San Simeón “El Loco” fue el más representativo de estos hombres. Todo inició cuando regresando de un viaje a lugares sagrados junto a un amigo, después de pasar por la ciudad de Jericó, ambos deciden probar la vida como monjes. Fueron acogidos en un monasterio como postulantes, pero ellos decidieron ir más allá del Jordán, ansiosos por alcanzar mayor perfección. Cada uno construyó su espacio a prudente distancia del otro, para no molestarse en los momentos de oración, se dice que ambos tuvieron visiones y arrebatos místicos durante más de dos décadas que vivieron como anacoretas.
Un día Simeón -que significa: el que obedece- decidió regresar a los poblados para empezar la salvación de las almas. Se separó de su amigo y volvió a su ciudad natal. Él era un hombre que había podido controlar las tentaciones, pero dudaba respecto al amor propio, el orgullo. No sabía si tras todos los sacrificios y desprecios a sí mismo se encontraba escondida la virtuosa soberbia, el deseo de ser considerado santo. Lo que hizo para evitar esas posibles consideraciones en las demás personas fue hacerse pasar por loco.
Lo primero que hizo fue arrastrar un perro muerto que se encontró por ahí; lo llevaba amarrado por una pata a su hábito de monje. Corrió y gritó por todo el pueblo, perseguido por una nube de polvo y chiquillos que también gritaban y reían. El domingo no hizo más sino tirar nueces a las velas del altar, con tan buen tino que las apagaba. Hubo quien se molestó y entonces Simeón se subió al púlpito y arrojó las que aún estaban encendidas a las mujeres piadosas que allí se encontraban. Arrojó al suelo la mercancía de los vendedores y hasta las ofrendas, por lo cual se ganó una paliza. A pesar de todo, es contratado como vendedor y repartió el dinero de las ventas entre los pobres, cuando le preguntaron al respecto dijo que “había encargado a Dios que lo guardara”. Fue obsceno e irreverente: se paseó desnudo por el pueblo y sus flatulencias se daban en público. Tras otras tantas ocurrencias empezó a vivir en una cueva, siempre sucio y desarreglado, pero se le veía andar por el pueblo adornado con pencas en la cabeza y pendientes de uva y ajos. En la plaza predicaba y hacía un llamado a la conversión. Nadie supo como lograba pagar la comida que servía para los pobres.
No es una leyenda, imaginación o una fábula la que nos presenta a este personaje; es alguien bien definido en su época y geografía. Simeón murió hacia el año
570 y fue enterrado en una fosa común destinada a mendigos y extranjeros. Mientras transportaban su cuerpo, varias personas escucharon cánticos sobrenaturales. La vida de Simeón “El Loco” fue escrita por Leoncio, obispo de Neápolis (actual
Limassol,
Chipre), quien estableció un paralelismo entre la vida de Simeón y la de Cristo, modelo que el santo quería imitar a su manera. Fue un hombre que se propuso jugar con el mundo y reírse de él. Un sabio dijo: "Nadie probó más sabiamente que despreciaba al mundo; nadie más ingeniosamente se burló llorando o lloró riendo sus locuras como este loco sublime (...), mereciendo el elogio que de él hace el Martirologio romano: Se hizo necio por Cristo, pero Dios reveló con milagros su alta sabiduría (...). Juan Clímaco, decía que el orgullo del espíritu es la bestia más feroz de los desiertos. Como reacción contra los extravíos, encontramos en san Simeón esa preocupación constante de encubrir su santidad bajo el velo despreciable de la locura". Por todo lo anterior se le considera santo patrón de los locos. También -aunque no muy bien visto por ellos- santo de los titiriteros. Según el
santoral católico San Simeón se celebra el
1 de julio.
*Información obtenida en internet Casualidades e ironías de la vida, existe acaso mejor día para marcar el inicio de la administración gubernamental por un hombre que logró la más alta representación de la nación por el respaldo de cientos y cientos de incautos que votaron cantando imprudentemente: “¡Los Locos Somos Más!”.
A un año completo de gestión me mantengo en franco desacuerdo con el único cambio que realmente ha realizado este equipo de trabajo. El cambio en su discurso y acciones. “La Misma Vaina -con “M” de Martinelli y “V” de Varela-” dije meses atrás, eso son estos políticos, la misma vaina. Personas que encabezaron una nómina que manipuló la opinión pública con su propaganda de ilusiones sin contenido ni intensión de aplicación efectiva. En principio se requería tiempo, había que barrer con los malos, no se merecían los señalamientos, era comprensible la inexperiencia… Así eran los argumentos de quienes más que locos, ciegos, se mantenían creyendo en la buena voluntad del nuevo presidente y su equipo de trabajo.
Doce meses después es inaceptable que un presidente de la república continúe ofreciendo declaraciones con el mismo tono politiquero e histriónico que empleó durante una larga y bochornosa campaña electoral de ataques y rumores jamás demostrados o verificados como falsos. Un grupo de ministros que repiten las escasas tres líneas que han de aparecer en el “Manual para hacer estúpido a un pueblo” que se lee en cada consejo de gabinete, respaldando las más absurdas razones que únicamente ellos -los auténticos 4 gatos- conocen y defienden por acertadas. Una alianza política en la que no existe la más mínima muestra de inteligencia o criterio social sino una despreciable ambición por el poder y notoriedad electoral que insiste en mantenernos dentro de un círculo letal que si permitimos se mantenga indefinidamente no hará más que condenar a la mayoría a condiciones cada vez más precarias.
Un derroche en propaganda gubernamental con ideas que no pretendan más que confundir y desviar la atención, nutrir el ego enfermo de un hombre de equivocada visión, lograr el apoyo desinteresado de la gente humilde a cambio de más y más esperanzas sin compromiso alguno. Influencia a todas luces en las decisiones de diferentes órganos estatales, el desengaño de quienes confiaron en el Cuento Demagógico (CD) como una alternativa de cambio para nuestra sociedad. Decisiones sin consulta y cerradas a toda crítica, disfrazadas medidas de seguridad para atemorizar a los grupos ciudadanos que empiezan a organizarse pensando en hacer frente a las imposiciones de un Déspota con sed de poder y necesidad de atención.
Decir: YO NO VOTÉ POR ÉL no es consuelo, soy parte de una sociedad que enfrenta las consecuencias de la democracia, el poder de la mayoría. Una sociedad que está pagando por el error de elegir a un grupo de individuos con muy poca o ninguna idea de la realidad popular. Personas a las que podemos disculparles una equivocación, mas no el abuso y es a eso a lo que se han dado como equipo gobernante. Es lamentable que figuras de reconocida trayectoria aceptaran entrar al juego y cambiaran años de aprecio y criterio social por silencio cómplice. Algunos -creo- simplemente son títeres en manos de un buen actor que los manipula en circunstancias precisas. Uno es un mal imitador que quiere intentar lo que tantos otros han probado con más o menos suerte. Una es fiel servidora de quien firma el cheque. Muchos son héroes y heroínas en el anonimato, pero a favor de quien por capricho les dotó de súper poderes.
365 días después de oficializada esta locura, con la intercesión de San Simeón Salus, quiero continuar haciendo un llamado: CRITERIO PUEBLO, CRITERIO. No por contar con el apoyo electoral de la mayoría, los gobernantes pueden hacer de nuestras leyes, de nuestra tierra, de nuestros derechos, de nuestra sociedad, de nuestra vida, de nuestro futuro lo que les de la gana. Es nuestro DEBER y DERECHO defender a Panamá -como tierra fértil y como pueblo-, mucho más ahora, cuando parece puesta en manos de un reducido grupo de locos imprudentes con el equivocado concepto de ser dueños de lo que realmente es de todos.