domingo, 7 de marzo de 2010

No me da pena decirlo

¡Lloré!
Sucedió el sábado en la noche. Esa mañana me desperté tras una noche intensa; noche de comida deliciosa, licor nacional y cine extranjero... Desayuné, como es costumbre una taza de café negro -bien dulce- y tal cual hice durante toda la semana también frutas y jugo de naranja. No era demasiado temprano, pero tampoco era tarde cuando llegamos al parque, firmamos el libro de visitantes y empezamos a recorrer el primer sendero. Nunca había tropezado con tantas personas en aquellos rumbos como ese día: primero un grupo de estudiantes con su guía, luego varios turistas, empleados del parque, un par de familias -turistas extranjeros-... Pero a pesar de toda esa gente andando por los mismos caminos que nosotros recorríamos, tuve oportunidad de conversar muchísimo con mi amigo. Hablar de todo... Hablar de lo descubierto, analizado y decidido la noche anterior... Hablar de lo que anhelo y pretendo hacer en breve, mediano y largo plazo con mi vida... Hablar de todo y de nada... Tiempo para un par de fotografías; observar aves, mamíferos y reptiles...Regresamos al hotel, almorzamos y descansé un poco antes de continuar con los compromisos que ese día estaban programados en la agenda de la semana más maravillosa que he vivido en mis casi treinta años.

Terminaba el día, regresé del ensayo en el teatro y me recosté un momento. No tenía hambre, me sentía tranquilo, satisfecho y hasta contento... Pero también me sentía inquieto, vacío y algo triste... En algún momento lo miré y me miró...

What's Happen?
Nothing
What do you think?
Silencio...
Come on, tell me what's happen?!...

Intenté explicarle que aunque todo estaba bien, yo estaba mal por su partida. Yo no quería que se marchara... Yo no quería que su visita llegara al final...
¡Lloré!

Lloré, como hacía tiempo no lloraba; lloré, como cuando de niño sentía cosas que nadie jamás pudo entender y en mi frustración inventaba excusas todavía más incomprensibles... Lloré y mi amigo intentó consolarme al afirmar que nuestra amistad es verdadera y será para siempre a pesar de la enorme distancia que nos separa.

No sé si es por pura tristeza o por pura felicidad... "Puede que sí... Puede que no" -como nos decíamos bromeando-... Creo que son sentimientos encontrados...

Pienso en esa canción que alguna vez compartió conmigo mi amiga Mary -de quien conversé con mi amigo-: "Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. cuando un amigo se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río..." Cuando un amigo se va, ahora lo sé... Cuando un amigo se va uno llora... Cuando un amigo se va -aunque irse no sea morir- uno siente que se le va la vida...

Se ha marchado, está de vuelta en su hogar... Hemos vuelto a nuestras rutinas y todavía me niego a que se marche. Mientras él ocupa un puesto en un vuelo intercontinental, yo lloro y le escribo un correo electrónico que podrá leer tan pronto tenga oportunidad de descansar. Mientras escribo esta publicación, lloro tratando de recordar sus palabras y seguir sus consejos...

Nicolas Van Dijk, amigo

¡Lloro!
Y no me de pena decirlo...

1 comentario:

Mariangeles dijo...

Mi querido amigo hoy lloro contigo. Se como te sientes. Ahora tienes los recuerdos de esos ratos felices que creeme alimentaran tu alma. Los amigos pueden vivir lejos pero cuando son tus amigos no hay distancias que importen. Ahora te queda mantener viva la llama de ese carino, amistad, amor, reconocimiento, entendimiento. Asi como tu te quedaste llorando mojando las raices de los momentos vividos, que Fernando NADIE puede quitarte. Es la vida, fueron tus momentos felices. No tengas miedo y vive, ama, sonrie... se feliz.
Te quiero mucho mi amigo sensible, amoroso, bueno y gran escritor.