En Otras Fronteras
Erica regresó a su país con sus dos hijos y cinco maletas, con un millón de ideales importados desde la conciencia de su amigo. Los tres se instalaron en la casa de la abuela Rita y empezaron a ordenar una nueva vida. Los niños ingresaron en el mismo colegio internado en el que sus padres, tíos y primos habían estudiado. Ella se integró pronto a los movimientos que buscaban los medios para devolver la estabilidad, la paz y la democracia a su país. Participaba de marchas multitudinarias que generalmente terminaban en enfrentamientos con la policía; algunos civiles heridos, raras veces muertos, pero siempre con muchos detenidos. En poco tiempo su ímpetu y carisma la hicieron liderar protestas en plazas públicas e importantes reuniones. Según el gobierno se convirtió en una agitadora. Tres veces en sólo un mes fue arrestada, conseguía la libertad gracias a la intervención de los representantes de las organizaciones por la libertad y los derechos humanos que no cesaban de llegar al país para presionar al presidente para que disipara la dictadura con la que había envenenado a toda la nación.
Fue como si con la decisión de despedirse de ella, de toda esperanza de volver a compartir la amistad de los dos, hubiera escarbado la fosa de la que sus restos surgieron para recibir su mérito. El mismo día en que depositó la carta en el correo el hombre vio la noticia de las investigaciones y descubrimientos; vía satélite le llegó el nombre de su amiga entrando formalmente en la historia como una de las gestoras de la libertad e institución democrática de su país. Un ejemplo de valor para todos los pueblos reprimidos en esa fecha que podría llamarse "el futuro" del momento en que todos los sucesos acontecieron en la escena mundial.
La historia de su amiga lo demostraba, sus palabras en la juventud no cayeron en oídos sordos o en una tierra estéril. Ella se fue a vivir en pos de su ideal, un sentimiento alimentado por la intensidad que él mismo derrochaba con su plática y apasionantes memorias, en la expresión de su amor por la Patria. Erica, su amiga ya no estaba, pero su recuerdo y su ejemplo seguirían vivos en él; entonces la sintió muy cerca, sintió la seguridad de que nunca volvería a estar solo. Apagó el televisor y se fue a comprar los boletos para el viaje; tenía una amiga aguardando por él, pensó en visitar su sepulcro para llevarle flores y contarle algunas cosas.
FIN
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Nota Del Autor
Una mañana de diciembre en el año 1996; en el Chorrillo, muy cerca del Cementerio Amador y del Cerro Ancón, se demolió el edificio donde funcionó la cárcel "Modelo" -Estructura que fue testigo mudo de bochornosos y reprochables actos de abuso-.
Casi trece años después las cosas no son muy diferentes. La evolución social, el órgano judicial y el sistema penitenciario; nuestra democracia, continúa anémica de justicia y derecho. Ya no existe la "Modelo", mas sus malas prácticas y debilidades parecen continuar vivas en los centros de rehabilitación con los que fue sustituida.
Es un deber de todos el cumplimiento de las normas pautadas por la ley y la moral. Ser condenado -justamente- por faltar a estos principios, tiene que convertirse en una nueva oportunidad de positiva participación social y no en una experiencia de maldad y rencores.
Velar porque la historia no se repita y que en lo futuro las imágenes que guíen la creación de una obra como Solitario sólo sean producto de la fantasía o de un pasado irrepetible, pero eso sí, que jamás se olvida, es una responsabilidad ciudadana: de ayer, de hoy y por siempre.
Fernando López Peralta
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