sábado, 5 de septiembre de 2009

SOLITARIO (Entrega Final)

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En Otras Fronteras

Erica regresó a su país con sus dos hijos y cinco maletas, con un millón de ideales importados desde la conciencia de su amigo. Los tres se instalaron en la casa de la abuela Rita y empezaron a ordenar una nueva vida. Los niños ingresaron en el mismo colegio internado en el que sus padres, tíos y primos habían estudiado. Ella se integró pronto a los movimientos que buscaban los medios para devolver la estabilidad, la paz y la democracia a su país. Participaba de marchas multitudinarias que generalmente terminaban en enfrentamientos con la policía; algunos civiles heridos, raras veces muertos, pero siempre con muchos detenidos. En poco tiempo su ímpetu y carisma la hicieron liderar protestas en plazas públicas e importantes reuniones. Según el gobierno se convirtió en una agitadora. Tres veces en sólo un mes fue arrestada, conseguía la libertad gracias a la intervención de los representantes de las organizaciones por la libertad y los derechos humanos que no cesaban de llegar al país para presionar al presidente para que disipara la dictadura con la que había envenenado a toda la nación.

Una noche, cuando volvía a casa después de una concentración para protestar, el taxi en el que viajaba fue interceptado y ella obligada a bajar para ser amordazada, sus ojos vendados y luego trasladada a una oscura habitación en la que no podía ver ni oír nada. Desde entonces nadie supo de ella, simplemente desapareció como tantos otros, ya no respondió más a las cartas de su solitario amigo. Diariamente le hacían llegar una bandeja con comida y medio litro de agua. Cinco días estuvo así antes de ser llevada a empujones hasta una celda en la que una potente lámpara le iluminaba el rostro mientras voces severas y amenazadoras indagaban por toda clase de información de los grupos opositores al gobierno. Valientemente guardó silencio, se dejó torturar hasta que la vida se le salió del cuerpo con un shock eléctrico. Lo último de lo que tuvo conciencia fue una visión del futuro, su mente le regaló ver a sus hijos disfrutando de una patria libre y democrática, felices. Así sucedió, pero mucho tiempo después.
Con la desaparición de Erica el padre de los niños decidió llevarlos a vivir a Europa para garantizarles seguridad. Volvieron treinta años más tarde, cuando finalizó la guerra civil en la que fue a parar todo el lío con el presidente enemigo de la crítica ciudadana. Largo periodo de tiempo en el que todos perdieron. El poder cegó las perspectivas del hombre que olvidó cuidarse de los intereses de sus colaboradores cercanos que ayudaron hasta encontrar la oportunidad de asesinarlo; un magnicidio, para obtener mayor parte de los beneficios y riquezas que formaban parte de los goces para quien administrara el poder. Marcadas disputas internas en el gobierno y un pueblo inconforme fueron los ingredientes exactos para alterar los espíritus de hombres y mujeres que se olvidaron de la hermandad que les otorgaba su cielo para enfrentarse sanguinariamente unos a otros.
Tras la llegada de los hijos de Erica al país, tuvieron que pasar quince años más para que sus restos fueran identificados entre los que fueron hallados durante las excavaciones que se realizaron, como parte de las investigaciones que un nuevo gobierno democrático ordenara, en uno de los edificios señalados como sitio de tortura y asesinato durante los años de dictadura. En el huerto donde trabajaban los reos, pues aquel sitio era una cárcel de máxima seguridad, fue hallada su osamenta junto a otras dos, cada una envuelta con una deteriorada bolsa plástica.

Fue como si con la decisión de despedirse de ella, de toda esperanza de volver a compartir la amistad de los dos, hubiera escarbado la fosa de la que sus restos surgieron para recibir su mérito. El mismo día en que depositó la carta en el correo el hombre vio la noticia de las investigaciones y descubrimientos; vía satélite le llegó el nombre de su amiga entrando formalmente en la historia como una de las gestoras de la libertad e institución democrática de su país. Un ejemplo de valor para todos los pueblos reprimidos en esa fecha que podría llamarse "el futuro" del momento en que todos los sucesos acontecieron en la escena mundial.

La historia de su amiga lo demostraba, sus palabras en la juventud no cayeron en oídos sordos o en una tierra estéril. Ella se fue a vivir en pos de su ideal, un sentimiento alimentado por la intensidad que él mismo derrochaba con su plática y apasionantes memorias, en la expresión de su amor por la Patria. Erica, su amiga ya no estaba, pero su recuerdo y su ejemplo seguirían vivos en él; entonces la sintió muy cerca, sintió la seguridad de que nunca volvería a estar solo. Apagó el televisor y se fue a comprar los boletos para el viaje; tenía una amiga aguardando por él, pensó en visitar su sepulcro para llevarle flores y contarle algunas cosas.

FIN

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Nota Del Autor

Una mañana de diciembre en el año 1996; en el Chorrillo, muy cerca del Cementerio Amador y del Cerro Ancón, se demolió el edificio donde funcionó la cárcel "Modelo" -Estructura que fue testigo mudo de bochornosos y reprochables actos de abuso-.

Casi trece años después las cosas no son muy diferentes. La evolución social, el órgano judicial y el sistema penitenciario; nuestra democracia, continúa anémica de justicia y derecho. Ya no existe la "Modelo", mas sus malas prácticas y debilidades parecen continuar vivas en los centros de rehabilitación con los que fue sustituida.

Es un deber de todos el cumplimiento de las normas pautadas por la ley y la moral. Ser condenado -justamente- por faltar a estos principios, tiene que convertirse en una nueva oportunidad de positiva participación social y no en una experiencia de maldad y rencores.

Velar porque la historia no se repita y que en lo futuro las imágenes que guíen la creación de una obra como Solitario sólo sean producto de la fantasía o de un pasado irrepetible, pero eso sí, que jamás se olvida, es una responsabilidad ciudadana: de ayer, de hoy y por siempre.

Fernando López Peralta

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